Mausoleo de Fabara
Esta construcción funeraria que se encuentra en el municipio aragonés de Fabara está considerada como el mayor mausoleo de época romana de toda España y también el mejor conservado. Algo muy a tener en cuenta, ya que esta obra está datada en la segunda mitad del siglo II.
Pero además de su rotunda presencia sobre el paisaje y su milagrosa conservación lejos del núcleo habitado de Fabara, a más de un kilómetro, otra nota que le da mucho valor, es que no se trata de un monumento funerario dedicado a un gran personaje de la historia de la Hispania romana. No. En realidad, todo este mausoleo se levantó en homenaje de un niño de 13 años, del que incluso sabemos su nombre: Lucio Aemilio Lupo, y también sabemos que su construcción la pagaron sus padres, que a su vez se llamaron L. Aemilio Prisco y Domitia Severa.
¿Cómo conocemos tantos datos y tan concretos? Lógicamente por las inscripciones epigráficas en latín que se pueden leer en la fachada del mausoleo, sobre todo por dos de ellas.
Y respecto a sus formas arquitectónicas y artísticas, mirando a primera vista la obra, inmediatamente nos recuerda un templo antiguo, del tipo in antis, es decir solo con columnas en su parte delantera, si bien este sería de planta prácticamente cuadrada, algo extraño en los templos, y de dimensiones un tanto pequeñas para ser ese tipo de edificios religiosos, ya que tiene una superficie de 7,40 x 6 metros.
En la fachada principal destacan sus cuatro columnas de orden toscano, mientras que dispone de pilastras con estrías en las dos fachadas laterales.
También llama poderosamente la atención el friso jónico superior en el que se pueden apreciar distintos motivos ornamentales de carácter vegetal como son las rosetas, las hojas de acanto y las guirnaldas, además de ver águilas.
Todo esto referente a la vista desde el exterior, pero también es interesante su interior. En él hay una cella y un estrecho pronaos, así como un conditorium subterráneo, una cámara conectada con la cella mediante una escalera, y donde se supone que fue instalado el muerto.
Lo cierto es que estamos ante una obra pequeña, aislada y singular, pero sobre todo de extraordinaria calidad en la que trabajaron artesanos de primer nivel, ya que está realizada en piedra arenisca perfectamente escuadrada formando sillares unidos a peso, con grapas metálicas y sin ningún tipo de mortero. Y así ha resistido a la intemperie y el abandono durante casi dos milenios.