Mausoleo del rey Antíoco I
En el este de Turquía se encuentran los restos de lo que fue un grandioso monumento helenístico. El mausoleo del rey Antíoco I, que gobernó a mediados del siglo I antes de Cristo lo que era el reino de Comagene. Un mausoleo que se encuentra en el Monte Nemrut, a nada más y nada menos que 2.150 metros de altura, y que hoy se conserva en estado de ruina, aunque aún así dado el tamaño de los vestigios hallados nos habla de un lugar espectacular.
Pese al tamaño de los hallazgos, estos no fueron descubiertos hasta finales del siglo XIX. Y además aquello fue una casualidad, ya que surgieron durante un estudio de carreteras en la zona.
El hallazgo fue impresionante por varios factores. Uno de ellos por la aparición de diversas cabezas de dimensiones colosales así como de interesantes relieves. Y en segundo lugar, porque se trataba de algo que sorprendentemente podemos calificar como de un pequeño reino helenístico que en el siglo I antes de Cristo estaba aliado con la poderosa Roma.
¿Cómo se pudo asegurar esa datación? Gracias a las inscripciones halladas, una de las cuales identificaba el recinto como el mausoleo del rey Antíoco I. Un personaje que quiso ser enterrado en el punto más alto de sus dominios para así estar más cerca de los dioses, tanto griegos como persas, tal y como él mismo dejó por escrito.
Aunque no solo estaba enterrado aquí él. También parte de su familia, desde su padre a sus esposas reales.
Lo cierto es que la proeza de construir todo esto a tales alturas y en unas condiciones climáticas bastante adversas es algo de admirar, y a veces hasta incomprensible. Todavía más si se tiene en cuenta que no se construyó de cualquier forma, y que es de suponer que aquí trabajarían los mejores artistas del momento que sobre todo nos han legado un conjunto escultórico impresionante.
Mandó construir un túmulo que alcanzaba los cincuenta metros de altura. Y allí se dispusieron grandiosas estatuas de hasta 9 metros de altura que representa a dioses griegos y persas, como Hércules o Mitra. Pero también el rey mandó retratarse a sí mismo en una de esas esculturas, y lo curioso es que por su actitud y por sus rasgos no es difícil establecer una parecido con algunas esculturas de Alejandro Magno.
A todas estas esculturas, que eran sedentes, las podemos identificar gracias a las inscripciones. Al igual que se identifica a otras figuras mitológicas en forma de leones o águilas protectoras.
Sin embargo y de forma lamentable, estas esculturas en la actualidad y pese a estar declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco están en un estado lamentable. De hecho, algunas de estas cabezas están derribadas y tiradas por el suelo. Al igual que todas plasman daños vandálicos, que en gran parte se atribuyen a las corrientes más radicales e iconoclastas. Unos destrozos incomprensibles, al igual que a día de hoy es incomprensible como se pudo construir todo este complejo artístico en un lugar tan inhóspito como el Monte Nemrud.