Obelisco de Seti
En la actualidad este obelisco se encuentra en la céntrica piazza del Popolo de Roma, si bien en origen este enorme monumento se hallaba instalado en el templo del Sol de Heliópolis en las proximidades de la actual capital de Egipto, El Cairo.
El Obelisco de Seti alcanza los 24 metros de altura y está construido a partir de un bloque de granito. Como otros obeliscos de la civilización del Antiguo Egipto fue transportado hasta Roma en tiempos de la dominación imperial del viejo reino faraonico. En la capital italiana hay varios ejemplos de ello, concretamente se tienen contabilizados hasta una docena. Uno de ellos es este de Seti y otro bastante conocido es el obelisco dispuesto en el centro de la Fuente de los Cuatro Ríos del escultor del Barroco Bernini situado en la piazza Navona. Aunque no sólo en Roma hay obeliscos egipcios, también los hay por ejemplo en París, adonde fueron transportados siglos más tarde cuando conquistó esas tierras el emperador Napoleón.
En el caso del Obelisco de Seti lo hizo llevar el emperador Augusto para alzarlo en el Circo Máximo, si bien en el siglo XVI y por orden del Papa Sixto V fue trasladado a su emplazamiento actual.
Los obeliscos originariamente eran una gigantesca imagen del poder de los faraones, siendo un emblema de sus conquistas y de su inmenso poder, hasta convertirse en símbolos sagrados.
En un primer momento fuero el gran símbolo sacro del dios Sol de Heliópolis, y generalmente se construían dos para ubicarlos en las entrada de los templos de la deidad solar. Su fisonomía es siempre la misma. Se trata de una base cuadrada que se eleva hacia el cielo en diferentes alturas y que culmina en una punta de forma piramidal. Sobre esa pirámide de la parte más alta, sus propietarios posteriores, generalmente cristianos colocaban una cruz. En cambio, en la Antigüedad esa punta se cubría de oro, de manera que hacía que sobre ella brillara potentemente la luz del sol.
También los obeliscos eran un elemento propagandístico, y en las cuatro paredes de su largo recorrido se inscribían jeroglíficos relatando las hazañas del faraón que los hacía construir.
La construcción de unos monumentos de semejantes dimensiones y peso acarreaba cierta técnica constructiva. Por ejemplo, para darle su forma y tallar los jeroglíficos en la piedra, se labraban tres de sus caras en la misma cantera. Posteriormente se desprendía la cuarta cara y se completaban los jeroglíficos. Y después había que llevar a cabo el costoso proceso del transporte desde la cantera originaria hasta su colocación final. Algo que se hacía gracias al transporte fluvial por el río Nilo a bordo de embarcaciones especiales, cuyo único objetivo era este tipo de transportes.
Y finalmente se tenían que erigir a su posición definitiva vertical, para lo cual utilizaban todo tipo de artimañas e ingenios, desde la fuerza bruta de ingentes cantidades de trabajadores hasta el uso de rampas que facilitaban su alzamiento. No obstante, sobre su instalación final los investigadores de todo el mundo siguen especulando sobre las formas de trabajo de los egipcios, ya que parece casi imposible que fueran capaces de hacerlo teniendo en cuenta los medios técnicos de la época.