Obelisco de Central Park
En el corazón verde de Nueva York, o sea en Central Park de la isla de Manhattan podemos contemplar un obelisco egipcio del que se tienen abundantes datos históricos.
Por ejemplo, se sabe que este Obelisco se realizó entre los años 1470 y 1450 antes de Cristo para ser colocado en la ciudad egipcia de Heliópolis, en tiempos del reinado del faraón Tutmosis III. Allí permaneció hasta el año 12, cuando el emperador romano Cesar Augusto decidió trasladarlo a Alejandría. De hecho, trasladó hasta la ciudad de Cleopatra dos obeliscos contemporáneos, razón por la que ambos se conocen popularmente como las “Agujas de Cleopatra”, aunque ninguno de los dos tiene nada que ver con la hermosa reina egipcia.
Y tampoco ninguno de los dos se encuentran ya en la ciudad de la costa mediterránea de Egipto. Uno de ellos es el protagonista de estas líneas y se encuentran en la Nueva York, mientras que el otro se levanta hoy en día en Londres, en la zona de Westminster.
Lo cierto es son muchos los obeliscos egipcios que ya no están en su emplazamiento original. En algunos casos por episodios de expolio y conquista, como hizo el propio César Augusto que hizo llevar varios obeliscos a Roma como el de Seti.
Pero también otros obeliscos llegaron a diferentes países como regalos de gobierno egipcio a cambio de tratos comerciales. Ese es el caso del de Central Park, que fue un regalo para agradecer la intervención de Estados Unidos en el Canal de Suez, así como para mejorar las relaciones comerciales entre ambos países.
Esto ocurría en el siglo XIX, concretamente en 1879. Sin embargo desde que fue regalado y hasta que se colocó en su emplazamiento pasaron dos años más. Primero porque hubo que buscar quién financiara el traslado desde el país del Norte de África hasta los Estados Unidos, algo que hizo el magnate William H. Vanderbilt. Y después una vez llegado al puerto de neoyorkino hubo que moverlo hasta Central Park, para lo cual se emplearon 112 días, 32 caballos y un transporte marítimo especial.
Y es que las dimensiones de este obelisco realizado en granito rojo de las canteras de Asuán son considerables. Es un bloque de 21 metros de altura que pesa unas 190 toneladas. Algo que nos hace pensar, ya que si en el siglo XIX se necesitó mucho tiempo, ingenio y dinero para ver esta enorme mole de piedra, hay que pensar como lo harían en una sociedad tecnológicamente menos avanzada, como eran las gentes del Antiguo Egipto.