Puerta del Sol de Tihuanaco
Esta puerta construida en piedra de lava volcánica fue descubierta en el yacimiento de Tihuanaco en territorio de la actual Bolivia. Se desconoce con exactitud la fecha de su realización, aunque se estima que se construyó con posterioridad al año 600. En cambio es fácilmente apreciable la maestría de sus artífices, ya que se trata de un bloque monolítico de extraordinaria dureza y por lo tanto muy difícil de trabajar, más aún con los rudimentarios medios de aquella época, y pese a ello tiene una calidad artística indudable.
Justo encima del vano central que servía de paso se encuentra un enorme dintel que se prolonga a lo largo de toda la anchura del bloque de la piedra, y que está decorado en su frente con relieves, que son los que conceden toda su fama a esta construcción.
En ese dintel, el eje de simetría lo marca un extraño personaje de cabeza cuadrada, tronco muy desproporcionado y que lleva los brazos extendidos. Con sus manos agarra dos bastones o cetros de mando, de los cuales, a su vez nacen cabezas de cóndores en los extremos.
Flanqueando esta singular figura, el resto de los relieves se disponen en cuatro registros horizontales, apareciendo en el inferior cabezas de soles, mientras que en los otros tres se distinguen figuras antropomórficas, en ocasiones con alas y a veces con cabezas de ave.
Todas estas figuras se dirigen rítmicamente hacia la figura central, y tienen un enorme parecido con los diseños textiles de la cultura de Tihuanaco.
Esa figura central se ha identificado con Viracocha, al que los arqueólogos aplican el apelativo de “el dios llorón” debido a los huecos que tiene bajo los ojos. Viracocha fue el dios más importante de Tihuanaco, y su leyenda quedó registrada en la obra Suma y narración de los Incas, escrita por Juan de Betanzos en 1551. Según este relato, Viracocha fue el creador de cielo, tierra, sol y universo, y además esculpió en piedras a figuras humanas. Sin embargo, no contento con esas figuras acabó por insuflarles vida y creando así a los hombres. Después tanta creación, Viracocha abandonó el mundo terrenal surcando las aguas del océano Pacífico.
Identificar pues la figura central y de mayor tamaño de la Puerta del Sol con Viracocha parece lógico, al tratarse de la principal deidad de Tihuanaco. Sin embargo, hay muchas otras hipótesis en lo referente a los relieves laterales que la rodean. Algunos estudios las interpretan como una especie de calendario o como representaciones astronómicas.
Si bien la interpretación más aceptada es la que cuenta que las 48 figuras de los tres registros superiores simularían una procesión de sacerdotes y guerreros ataviados con máscaras zoomorfas, los cuales se dirigen lentamente y acompasados hacia el dios en actitud de ofrenda. Se trataría de una especie de danza ritual.
Pero no acaban aquí los problemas de interpretación del conjunto de la puerta, ya que su emplazamiento actual no es el original, y por lo tanto se desconoce a que daba paso, aunque lo más lógico sea creer que pudo ser el acceso a algún templo o centro ceremonial bajo la advocación de Viracocha.