La puerta de Alcalá, Madrid
La puerta de Alcalá es uno de los monumentos más representativos de la capital española, desde siempre se ha considerado uno de los emblemas de la capital madrileña formando parte de las cinco puertas monumentales que servían de acceso a la urbe y que vendría a sustituir a una puerta anterior datada del siglo XVI.
La puerta fue encargada por el monarca Carlos III en el año 1778, en el contexto de la renovación que el monarca más ilustrado de la monarquía española estableció en su reino. La obra fue encargada al arquitecto italiano Francesco Sabatini (1722 – 1797) quien pasó gran parte de su vida en España desarrollando aquí sus mejores obras; sus construcciones están basadas en la conjunción entre las formas barrocas y neoclasicistas encarnando como pocos el espíritu urbanista de la transición.
El artista planteó una obra monumental, una gran puerta inspirada en las formas de las arquitecturas clásicas romanas, que era el primer arco de triunfo levantado en Europa tras el fin del Imperio Romano y que sentaría las bases para la construcción de obras tan emblemáticas como el Arco de Triunfo de Paris o La Puerta de Brandeburgo en Berlín.
En su construcción se emplearon gruesos sillares de piedra perfectamente labrados y que se combinaban con otro tipo de piedra más blanquecina utilizada para los elementos decorativos. El plomo se utilizó en la zona de la cubierta para mantener protegida la estructura de los frontones.
La puerta de Sabatini se extiende en horizontal a pesar de sus dos pisos de altura: el piso inferior está formado por cinco aperturas o vanos, en los extremos las aberturas son adinteladas mientras que las tres centrales se estructuran en arcos de medio punto. El segundo piso no se articula como tal en todo el conjunto sino que sólo está desarrollado en la zona central y se compone de un cuerpo macizo ligeramente retranqueado y rematado por un frontón curvo partido con gran decoración.
Pese a ser más decorativos que estructurales encontramos elementos de soporte como columnas jónicas con guirnaldas apoyadas en retropilastras también jónicas en el piso inferior y pequeñas pilastras dóricas acanaladas en el superior.
El ligero almohadillado que presentan algunas partes del muro, así como el retranqueamiento de elementos y la modulación de los vanos contribuye a otorgar al monumento de un gran dinamismo y ligereza.
La decoración realizada por Francisco Gutiérrez y Roberto Michel sigue las mismas tendencias clasicistas que la arquitectura. Son formas armónicas con el conjunto que respetan perfectamente el espacio de la arquitectura y sirven como complemento a ésta. En el piso superior encontramos el escudo real flanqueado por la Fama y un pequeño niños que representa al Genio; aparecen también otros cuatro niños representando la Templanza, la Fortaleza, la Justicia y la Prudencia, las cuatro virtudes cardinales. Como alegorías a la paz se colocaron cuatro armaduras vacías descansando sobre la famosa puerta. Además el conjunto se completa con guirnaldas, bucráneos, decoración vegetal… todos elementos inspirados en la antigüedad clásica.
En 1976 La Puerta de Alcalá fue declara Bien de Interés Cultural por la comunidad de Madrid.