La Puerta de Toledo en Madrid
La Puerta de Toledo que vemos en la actualidad en la capital de España, no es la primera que hubo con ese nombre en esa zona. De hecho, hubo tres anteriores que representaban la entrada en Madrid para los viajeros que venían desde Toledo y tierras del sur de la Península.
Sin embargo, la actual es la última que se construyó, y es prácticamente más conmemorativa que funcional desde sus propios orígenes. Es una puerta construida durante el reinado de Fernando VII, entre 1813 y 1827, para que fuera una especie de arco del triunfo que recordará como los españoles habían acabado venciendo en la Guerra de la Independencia frente a los franceses.
Esta puerta fue diseñada por el arquitecto neoclásico Antonio López Aguado (1764 – 1831), el cual aunque de origen navarro desarrolló prácticamente toda su carrera en Madrid donde no solo construyó la Puerta de Toledo, sino que también proyectó el Teatro Real o realizó el palacio de los Duques de Villahermosa, actual sede del Museo Thyssen Bornemisza.
En todas esas obras y otras que realizó Antonio L. Aguado se manifiesta que fue un creador completamente embebido de los criterios de la arquitectura del Neoclasicismo, y desde luego la Puerta de Toledo es un excelente ejemplo en este sentido.
Toda ella la construyó a partir de una estructura realizada con piedra de granito. Mientras que los abundantes elementos decorativos destacan tanto por textura como por color, ya que se labraron en piedra caliza. Una bicromía que también se manifiesta en la gran puerta neoclásica de Madrid, la famosa Puerta de Alcalá, levantada con anterioridad.
De hecho, las comparaciones entre ambas construcciones son inevitables, y prácticamente siempre sale como vencedora la Puerta de Alcalá que resulta a primera vista más ligera y elegante, y eso pese a ser de mayores dimensiones. No obstante, también la de Toledo tiene valores destacables.
Se trata de una puerta con un arco central de medio punto y dos vanos laterales adintelados. Y también se diferencia entre los elementos que separan los vanos entre sí, ya que en el centro se ha recurrido a medias columnas de orden jónico, mientras que en los extremos se usan pilastras, también jónicas.
Pero además de su arquitectura, también hay que mencionar el trabajo ornamental que aquí se muestra, todo él de corte bastante nacionalista, teniendo en cuenta la intención conmemorativa con la que se levantó. De esta forma, mientras que en la fachada norte hay un escudo de armas de Madrid, en la fachada sur se ve una Alegoría de España y sus provincias. Y todo ello aderezado con diversos escudos, estandartes, armas y trofeos militares, así como inscripciones que recuerdan a Fernando VII.