Templo de Horyo-ji
Este templo sintoísta se empezó a construir en el 587 por orden del emperador japonés Yemei, quién lo impulsó como una especie de ofrenda que facilitara su curación tras una larga y dura enfermedad. Sin embargo, el emperador falleció antes de estar concluido, y fue su esposa Suiko y el príncipe regente Shotoku, quiénes decidieron seguir con la construcción durante la primera mitad del siglo VII.
Lamentablemente, en el año 670 el templo fue prácticamente calcinado tras un terrible incendio, e inmediatamente se emprendió su reconstrucción. Desde entonces la construcción ha sufrido numerosas ampliaciones y reconstrucciones, aunque siempre respetando su aspecto original, algo que ha sido habitual en la arquitectura religiosa japonesa, casi siempre hecha a partir de madera y por lo tanto muy fácilmente incendiable.
Es un templo perteneciente al periodo Asuka. De ahí que la puerta monumental de acceso al conjunto se sitúe en el lado sur. Dentro de todo el entramado de construcciones que conforman el recinto templario se encuentran sucesivamente varios edificios: el garán rectangular al que se accede por el chuman, el kondó o sala de oro, la pagoda, una sala de lectura al norte y a sus lados la sala de la campana o shoro, y la sala de las escrituras o kyozo.
Todos estos espacios se encuentran en el eje principal sur – norte, y aún aparecen otras edificaciones más secundarias a sus lados. Se trata de una planta en la que los edificios no poseen ningún enlace orgánico entre ellos. Y como curiosidad se puede decir que tiene los mismos elementos e idéntica disposición que otros templos chinos contemporáneos, e incluso anteriores. Ya que la arquitectura antigua del Japón es claramente deudora de las formas arquitectónicas chinas.
Hay que tener en cuenta que en los orígenes de la religión nacional japonesa, es decir, el Sintoísmo, ni los fieles ni los ritos de esta creencia animista necesitaba de la existencia de edificio alguno, para practicar en soledad o en comunidad su religión únicamente les bastaba con un espacio abierto, en el que poder convocar a los kami o espíritus naturales.
No será hasta el periodo Yayoi cuando aparezcan las primeras construcciones religiosas sintoístas, y en realidad se trataba de un edificio sobreelevado que servía de almacén, y que posteriormente se convirtió en propiedad del jefe político, que a su vez era el jefe religioso de la comunidad. Y ése era el lugar elegido por la población para practicar sus ritos sintoístas. De este modo, con el tiempo ese edificio sobreelevado acabaría cumpliendo únicamente una función religiosa. Y se trataba de un edificio cuyo interior estaba completamente vacío, una especie de caja que tan solo contenía el shintai o receptáculo que acogía al kami correspondiente cuando éste era llamado.
Esta simpleza y austeridad original se fue transformando con el paso de los siglos, de este modo los templos sintoístas cada iban incorporando nuevas dependencias, y fruto de esta evolución es el templo de Horyo-ji.