Tumbas micénicas
Tradicionalmente podemos entender el mundo griego como una de las culturas más esplendorosas y consagradas de todos los tiempos y quizás así tal y como como nos demuestra el vastísimo legado que los griegos nos han dejado. No obstante el florecimiento de esta civilización tiene grandes influencia de las culturas prehelénicas, es decir, de los pueblos que antes que los griegos habitaron las islas del Egeo. En este sentido debemos señalar como la civilización micénica es una de las grandes fuentes de inspiración de la que bebieron los griegos y no sólo eso, sino una de las culturas más avanzadas de su tiempo.
Los aqueos dominaron el territorio del Peloponeso e instauraron en la zona una poderosa civilización de la que aún hoy se conservan algunos restos, y si bien es cierto que muchas veces la información acerca de esta civilización es confusa y poco clara, las fuentes arqueológicas y documentales nos hablan de su poder y esplendor.
Son muchas las tumbas y enterramientos que se han hallado de esta época pero quizás las que más importancia tengan sean las tumbas de los conocidos como Círculos A y B. Las excavaciones realizadas en el siglo XIX por el arqueólogo Schliemman en el Círculo B son quizás las que más información nos han aportado ya que con ellas se ha logrado determinar la técnica constructiva de estos enterramientos conjuntos; en una profunda zanja de unos cinco metros de tierra excavada se colocaban en las paredes hileras de piedras bien devastadas o incluso ladrillo, por su parte el suelo era cubierto con pedrería irregular a modo de guijarros o piedras rodadas. Sobre esta cama de rocas se depositaba el cuerpo del difunto así como los múltiples objetos de valor que conformaban el ajuar funerario. Finalmente la excavación era recubierta por grandes troncos de madera y tierra por encima y coronada con una estela funeraria que indicaba la familia a la que pertenecía el difunto.
Las tumbas solían situares extramuros de la ciudad sin embargo en el caso del Círculo A ésta debió quedar incorporada a la urbe con las sucesivas ampliaciones que se llevaron a cabo. En este Círculo se han encontrado seis fosas concéntricas cuyos muros de piedra fueron posteriormente reforzados con un doble paramento de piedra caliza.
Pero si hay una tumba que destaque sobre las demás en la cultura micénica esa es la conocida como Tumba de Agamenón o el Tesoro de Atreo, se trata de una tumba circular, de tipo tholos que incorpora el tradicional corredor micénico, una especie de pasillo o corredor que hace las veces de preámbulo para la cámara principal. Ésta era un espacio circular con grandes hiladas de piedra unidas a hueso y sin argamasa y una falsa cúpula que hacía las veces de cerramiento. Esta tumba fue tan destacada que incluso durante su época se podía acudir a visitarla y entregar ofrendas. El espacio interior de la tumba se encontraba decorado con placas de metal que en la actualidad no se conservan.