Geoglifos de Pintados
Dentro de los muchos enigmas que nos quedan por resolver de las culturas precolombinas destaca una manifestación artística tan sorprendente como misteriosa. Hablamos de los geoglifos, una tipo de representación a escala gigante realizada en el propio terreno natural y usando materiales también naturales, básicamente las rocas.
Seguramente, dentro de Sudamérica, los geoglifos más famosos sean los de la Cultura Nazca, con ejemplos tan esplendorosos como a célebre figura del Colibrí. Pero hay más. Por ejemplo los que se encuentran en el sitio arqueológico de Pintados, englobados dentro de la Reserva Natural Pampa del Tamarugal al norte de Chile.
Allí hay un conjunto de geoglifos situados a más de 1.000 metros de altura y a lo largo de unos 4 kilómetros de recorrido. En esa extensión se pueden ver hasta 450 figuras de lo más variado: zoomorfas, geométricas, abstractas y también antropomorfas, como el famoso Gigante de Atacama.
Las interpretaciones respecto a este conjunto, al igual que ocurre con el legado de la Cultura Nazca en Perú, son de lo más variado. Una de las explicaciones más habituales es pensar que son una especie de señales para las grandes caravanas que se desplazaban por este árido altiplano.
No todos los investigadores están de acuerdo con ello y hablan de quizás pudieron servir también para acompañar rituales tradicionales, marcar posesiones o señalar flujos de agua. Sin olvidar que además están aquellos en los que creen que son obra de extraterrestres o al menos mensajes para ellos. Si bien, en este caso son fácilmente visibles desde el suelo, y no hace falta tener una perspectiva cenital para ver sus formas.
En lo que si se ponen de acuerdo los historiadores es que todo este conjunto de geoglifos se hizo a lo largo del tiempo, aproximadamente entre el año 700 y el 1.500. O sea que sería una manifestación artística y cultural prehispánica muy dilatada en el tiempo. Lo cual es muy interesante, ya que de alguna forma sería un punto que verían muchas gentes, al estar ubicado en la rutas caravaneras que unían el desierto, las montañas y la costa.
Algo muy de valorar teniendo en cuenta lo laborioso de su elaboración, por no hablar de su difícil emplazamiento y acceso en muchos casos. Y es que prácticamente todos los geoglifos se crearon quitando piedras y raspando la superficie. Ese trabajo provoca el cambio del tono del suelo, entre la silueta de la figura y su fondo.
Si bien hay unos pocos que se usó una técnica distinta completamente, ya que añadían piedras más oscuras para darle forma. No obstante, de este tipo solo existe un 5% del total. Si se realizaron más, es presumible que se han perdido con el paso del tiempo, ya que en la zona hay pendientes que superan el 40%.