«Apoxiomenos» de Lisipo
Se trata de una copia romana en mármol de un original en bronce realizado por el escultor del clasicismo griego Lisipo en el siglo IV antes de Cristo, que se encuentra en el Museo Vaticano.
Recogiendo la tradición que viene del período arcaico, consagrada en el siglo V a. C. por Policleto, representa a un atleta desnudo, pero en vez de hacerlo en un momento de triunfo, lo hace realizando un acto cotidiano, limpiándose el sudor, el polvo y el aceite con el que estaba cubierto el cuerpo tras acabar su participación en los juegos, mediante el “strigiles”, una especie de espátula usada para esta tarea. Según fuentes antiguas, era el retrato de Agias, atleta y aristócrata de Tesalia del S. V a. C. que fue encargado por un descendiente suyo para un monumento a sus antepasados.
Se trata de un nuevo tipo de atleta, que difiere del establecido en el siglo anterior por Policleto. La cabeza es menor que la establecida en el siglo V a. C. y las proporciones del cuerpo mucho más esbeltas, ya que ahora la altura total se corresponde con ocho veces la de la cabeza, mientras que en siglo anterior, la correspondencia era de siete cabezas. Otra novedad es que el cuerpo es más flexible y nervioso y además, en la cara hay una mayor expresividad, una naturalidad inexistente hasta el momento en las representaciones atléticas, mostrando una arruga en la frente y sombra en los ojos dejando entrever tal vez el cansancio o la preocupación por la carrera, frente a la ausencia de cualquier tipo de emoción que caracterizaba a la estatuaria del siglo anterior.
Además del cambio en el canon, Lisipo muestra otra novedad significativa, ya que tras el largo camino emprendido por la escultura griega desde el período arcaico buscando la inserción de la estatuaria en el espacio, la captación del pleno volumen, el maestro lo logra en esta obra, que debe contemplarse desde diferentes puntos de vista para poder ser captada en su totalidad. Ha conseguido la estereometría. Lo ha hecho de la siguiente manera: el brazo derecho estirado avanza hacia el plano del espectador ofreciéndole un escorzo pronunciado, mientras que el izquierdo doblándose por delante del torso realiza la tarea de limpiarse, con lo que impide que una parte del cuerpo se contemple si el espectador permanece inmóvil; la pierna derecha está inclinada hacia atrás en un plano diferente al resto de las otras partes del cuerpo; el contraposto que muestra ya no solo afecta al alineamiento de la columna y a la posición de la cadera y pierna, sino que además el cuerpo aparece girado rotando ligeramente hacia su derecha, mientras que los hombros se muestran inclinados hacia la izquierda y el cuello con la cabeza girados hacia la derecha. Parece haber acabado de pasar de una postura a otra, de apoyar el peso en un pie, al opuesto. Todo ello obliga a moverse alrededor de la figura, solo así puede captarse en su totalidad, ya que su visión varía por completo según se gira en torno a la misma.
En los rostros repite “maneras de hacer” que vemos en otras obras suyas, como el dibujo de la cabeza más redondeado que el óvalo anterior, las mejillas prominentes, los ojos profundos, el cabello desordenado creando claroscuro con los mechones rizados, etc. Se dice que está a medio camino entre la “gracia” de Praxiteles y el “pathos” de Scopas. Lisipo fue uno de los retratistas preferidos por Alejandro Magno, autor de sus retratos áulicos.