Afrodita de Cnido de Praxíteles
Es una escultura de mediados del siglo IV a. C. realizada en mármol de Paros, de bulto redondo, perdida y conocida por que se conservan numerosas copias de la misma, entre las que destaca la del Museo Vaticano (Roma, Italia). Como todas las esculturas del momento estaba coloreada y recubierta con capas de cera transparente que fundía los distintos colores.
Se trata de una imagen de culto que, según Luciano, estaba instalada en el centro de un templete abierto en Cnido, con lo que podría contemplarse desde diferentes puntos de vista. Cabe decir, no obstante que como casi todas las otras estatuas del autor, la escultura de Afrodita está pensada para ser vista de frente, ya que solo así se percibe la figura en su totalidad y se aprecia la curvatura de su perfil y el giro de su cuerpo.
Se trata de la primera representación que conocemos de un desnudo femenino en la historia del arte griego, puesto que aunque hay noticias de la existencia en Argos de unos bronces que representaban a Afroditas desnudas, no nos ha llegado ninguna de ellas. Hasta ese momento se conservan representaciones de Afrodita vestida en el friso del Partenón, por ejemplo o cubierta con una túnica que le transparenta su anatomía (realizada con la técnica de “paños mojados”), como es la de Alcamenes.
El artista elige para mostrar su cuerpo, el momento en que la diosa toma un baño, es decir, crea una justificación para poder romper el convencionalismo que impedía mostrar el cuerpo femenino desnudo, mientras que no había ningún problema para mostrar el masculino. De pie, sin ropa, con un aro en el brazo izquierdo (probable símbolo de coquetería femenina), con el cabello recogido en un moño sujeto con una cinta, se apoya en la pierna derecha, mientras que la izquierda aparece relajada y flexionada, hace ademán con la mano izquierda de posar (o recoger, no está claro) un manto sobre una hydria, mientras que con la mano derecha, en un gesto de pudor, como si hubiese sido sorprendida “in fraganti”, intenta cubrirse el pubis.
La composición es cerrada, como corresponde a las etapas clásicas, la postura recoge el contraposto consolidado en el siglo V antes de Cristo, pero exagerándolo, desestabilizando más el cuerpo, hasta crear una gran curvatura en la cadera, de manera que se dibuja una pronunciada “ese” en el perfil del mismo, constituyendo la denominada “curva praxiteliana”. Debido precisamente a ese desequilibrio lateral necesita un soporte para que la figura no se caiga, de ahí la ingeniosidad de apoyarla en el manto y el ánfora, que disimulan su verdadera función de soporte.
Los acabados escultóricos de las obras de Praxíteles (pese a ser copias) muestran un dominio técnico importante, ya que logra crear transiciones tan sutiles en las superficies que muchos autores las califican como de verdadero “sfumato”, pues la luz al resbalar por ellas crea matices lumínicos de claroscuro de transición muy sutil entre unos y otros.
Conocido como el “escultor de la gracia”, esta obra ejemplifica este calificativo, ya que la diosa se muestra entre recatada y sonriente, es decir, humanizada, lejos ya de la compostura del siglo anterior. Esta escultura fue considerada como la más famosa del escultor y representa en la historia del arte la creación del ideal de belleza femenino. El modelo para la misma fue una conocida hetaira y amante del escultor, llamada Friné, famosa por su gran belleza.