Arte
Inicio Escultura, Islámica Ciervo del Museo Arqueológico de Madrid

Ciervo del Museo Arqueológico de Madrid

Publicado por Laura Prieto Fernández

La invasión islámica a la Península Ibérica supuso un choque entre culturas pero, precisamente de ese choque floreció una gran diversidad de formas artísticas que enriquecieron el arte peninsular. Las innovaciones traídas por los musulmanes y no sólo en cuanto al arte se refieren, sino también en otros aspectos de la vida como la medicina o la agricultura, hicieron que Al Andalus se convirtiera en una rica y próspera provincia.

En este sentido debemos señalar que la obra que aquí analizamos y que en la actualidad se expone en el Museo arqueológico de Madrid, pertenece a esta época, más concretamente al periodo de la dinastía Omeya. En realidad, no son muchos los datos fehacientes que tenemos acerca de la composición y elaboración de esta pieza; la pequeña estatua con forma de ciervo fue hallada en las alcantarillas de la ciudad de Córdoba cuando se realizaban trabajos de mantenimiento. En la pieza no aparece ningún tipo de inscripción o de fecha por lo que resulta muy complicado conocer su origen.

Los expertos han determinado a base de comparaciones con otras piezas parecidas como los ciervos encontrados en el silo XVI y que pertenecían al conjunto palaciego de Medina Azahara, hoy una de estas piezas se encuentra expuesta en el Museo de Doha en Qatar y la otra se exhibe en el Museo Arqueológico de Córdoba. Las tres piezas fueron realizadas en bronce y tienen forma de cervatillo sin embargo su composición nos hace pensar que, indudablemente, debían tenían otro fin añadido que no fuese meramente decorativo, de hecho los expertos han planteado que las obras que mencionamos debían servir como caños decorativos para las fuentes de los palacios, así como ocurre con la Fuente de los leones de la Alhambra de Granada.

imagen

Los cervatillos encontrados y en concreto el que aquí analizamos, tienen una estructura interior hueca y un pequeño agujero en la barriga de unos cuatro centímetros por donde entraría la tubería recorriendo el interior del cuerpo hasta la amplia boca que haría las veces de surtidor.

Técnicamente nos encontramos ante una figura zoomorfa realizada en bronce a través del procedimiento de la cera perdida y que data del siglo X. En realidad, la figura no es muy naturalista ya que el cuerpo del animal resulta demasiado grande para ser sostenido por una patas tan cortas y finas. En su periplo la pieza ha perdido los cuernos y una oreja así como el dorado que en origen debía cubrir por completo la escultura pero aún conserva la exquisita decoración con motivos vegetales que cubre toda su superficie hasta llegar a la zona de la barriga.