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Diosa Sekhmet sedente

Publicado por A. Cerra

Diosa Sekhmet

Esta gran escultura de granito negro (alcanza los 190 centímetros de altura) se realizó en el Antiguo Egipto, aproximadamente hacia el año 1370 antes de Cristo. Y en la actualidad se expone en el Museo de la Ciudad de Berlín en la sección de arte egipcio y papiros.

Representa a la diosa Sekhmet, una deidad que era tenida por muy poderosa y por hechicera. Su representación habitual es tal y como la vemos aquí. Con cuerpo de mujer y cabeza de león, que se prolonga en un larga melena. Además en la parte superior aparece el disco solar, con lo que se hace referencia a que era hija del dios Ra.

Podemos descubrir otros símbolos variados en esta figura. Por ejemplo, en su mano izquierda lleva la típica cruz asada de Egipto, un atributo propio de una divinidad dadora de vida.

Igualmente sobre su cabeza vemos parte de la cobra Ureus, la cual protegía al faraón y simboliza su inmenso poder. De hecho, a la diosa Sekhmet también se la conocía como “madre del faraón”. Alguien muy poderoso, tanto como el león que ya por entonces era considerado el rey de los animales. Pero también de carácter cambiante, como la cobra, o sea que podía ser también muy peligrosa.

Además es una diosa, o sea, del género feminino, y su cabellera leonina, hay que entenderla como de leona. Una animal que es la máxima expresión de protección. De ahí, que se la honrara y se le hicieran ofrendas para que no enviara las temidas plagas, o para que curara dolores. De ahí, su versión como hechicera y su vinculación con la medicina. Incluso los médicos egipcios se hacían llamar a sí mismos como “sacerdotes de la hechicera Sekhmet”.

Todo eso en cuanto al aspecto religioso o mitológico de esta figura, que realmente está abundantemente representada en los museos, debido a todo lo que hemos contando, ya que era muy común que se hicieran efigies de ella o figuras sedentes en forma de ofrenda para pedir la sanación de los males.

Y la verdad es que en la inmensa mayoría de estas obras, siempre se muestran con las características prototípicas de las escultura del Egipto de los Faraones. Es decir, esculturas macizas de gran tamaño, con una diosa en actitud hierática y en una actitud completamente frontal, es decir, con un único punto de vista, en la que queda muy clara la composición simétrica.

Y también como es habitual en las representaciones de diosas, los egipcios siempre plasmaban cuerpos muy femeninos, con curvas prominentes, y sobre todo con los senos bien marcados, más aún en diosas cuyas cabezas podían dar a confusión, como es este caso con la cabeza leonina.