El Pulgar de César
El francés de orígenes italianos César Baldaccini (1921 – 1998), mucho más conocido por César decía de sí mismo que era un artista radical. Y lo cierto es que viendo su trayectoria, sin duda tiene algo de eso.
Por ejemplo, en una época en la que lo más moderno y lo más valorado era todo lo abstracto, él trabajó el arte realista como esta obra de El Pulgar de la que hablaremos más ampliamente a continuación. De hecho, se adscribió a un grupo de artistas franceses denominado Nuevo Realismo.
No obstante, para entonces ya tenía cierta fama gracias a sus obras de compresión. Tomaba coches de los desguaces y chatarra, y los comprimía con una gran prensa hidráulica jugando con los colores de los diferentes elementos que eran comprimidos. Unas piezas cuando menos curiosas y que solían tener bastante humor.
Así que aunque desde sus comienzos como artista en su Marsella natal siempre había trabajado el metal, de pronto se pasó a los materiales sintéticos, como las resinas y el poliuretano. Eso le permitía trabajar con moldes, como en el caso de este Pulgar, donde vertía la resina plástica y esta se expandía y solidificaba. Así que pasó de su fase de “compresiones” a su periodo de “expansiones”.
La primera representación de este dedo data de 1965 y era una figura basada en el propio pulgar del artista, ampliado a un tamaño de 40 centímetros. De este primer dedo hizo diferentes réplicas y viajó a distintas exposiciones por el mundo. Pero hubo una ocasión en la que recayó en una muestra en París dedicada a las manos. Fue entonces cuando se hizo esta copia a gran escala para colocarla en el moderno barrio parisino de La Defense.
Así pues se colocó la obra con una altura de 12 metros y un peso de 18 toneladas, además de un elevado coste económico. Era el año 1994, y para entonces el artista era un creador muy cotizado y de renombre internacional. Si bien está claro que en Francia tenía todavía una mayor dimensión cultural y social. Baste dar solo un ejemplo, él había sido el creador de la figura que se entrega como galardón a los vencedores en los prestigiosos premios de la Academia del Cine Francés. Una figura y unos premios que incluso llevan su nombre: los premios César.
Sin embargo, eso no impide que este artista también tenga sus encendidos detractores que le critican por ciertas repeticiones y por su abigarrado realismo, evidente en esta gigantesca escultura. De hecho, en alguna ocasión esta escultura de París suele aparecer en los listados de las obras de arte urbano más feas del mundo.