El Gran Vidrio, Duchamp
El Gran Vidrio de Marcel Duchamp es una de las obras más complejas de la historia del arte, sobre ella se han realizado una multitud de estudios en los que cada uno de ellos ofrece un punto de vista y significación diferente. Parece que los historiadores del arte no han llegado a ponerse de acuerdo para realizar un análisis común sobre la pieza de Duchamp, pero es que en realidad, el propio artista calificó la obra como inacabada pero dando por terminada su ejecución. Así El Gran Vidrio se nos presenta como un gran enigma visual, en la que su significación queda abierta a la imaginación del propio espectador aun contando con un manual de instrucciones para observarla escrito por el propio autor.
Marcel Duchamp (1887 – 1968) es una de las grandes figuras del arte. Su carácter inquieto y su pasión por la innovación hicieron que éste artista francés trabajase los distintos movimientos vanguardistas desde el fovismo hasta el dadaísmo pasando por el cubismo o el futurismo. Precisamente dentro de la estética Dadá fue donde Duchamp realizó algunas de sus obras más conocidas y afamadas: los ready-made; en ellos el artista otorgaba la categoría de obra artística a elementos cotidianos y mundanos que nunca antes habían sido entendidos como verdaderas obras de arte.
El artista comienza el Gran Vidrio o Novia expuesta a sus solteros en 1915 y no dejará de trabajar en ella hasta 1926 cuando la pieza sufrió algunos desperfectos al ser trasladada y el artista decidió que ya se encontraba definitivamente “inconclusa”. En 1934 Duchamp redactó una para guiar al espectador en la observación de su obra como si de un libro de instrucciones se tratara, La Caja Verde.
La pieza consta de dos grandes hojas de vidrio separadas por una lámina de aluminio en la que ha utilizado elementos como embalajes, papel de aluminio, polvo… Según explica el propio autor la zona superior representa a una mujer que se está desnudando para incitar a sus amantes situados en la zona inferior. Aparece representada junto con la Vía Láctea.
Mientras en la zona inferior nueve hombres: un sacerdote, un mensajero, un soldado, un gendarme, otro policía, un jefe de estación, un criado, un repartidor y un sepulturero; tratan infructuosamente de llegar a su amada. Como si de marionetas se tratase, la dama es capaz de mover a sus amantes con un complejo mecanismo de hilos y alambres pero la barrera que separa a ambos, una gruesa lámina de aluminio, es infranqueable de manera que ambos, la mujer y sus nueve amantes, están condenados perpetuamente a la soledad.
Son conocidos los intereses de Duchamp por la cuarta dimensión, por lo que algunos historiadores vinculan la iconografía del Gran Vidrio con un aspecto más físico y espacial o incluso con la alquimia.
Sea como fuere, lo que sí resulta indudable es que Duchamp ha conseguido una vez más captar la atención del espectador con una obra en la que combina a la perfección el ready-made con los estudios sobre el espacio y un complejo programa iconográfico.