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Hombre que camina Giacometti

Publicado por Laura Prieto Fernández

Hombre caminando o Hombre que camina es una de las obras más conocidas del escultor suizo Alberto Giacometti y quizás, una de las que mejor resuma los parámetros artísticos creados por este artista contemporáneo.

Giacometti (1901 – 1966) fue una de las figuras más reconocidas en la estética vanguardista. Nacido en una pequeña localidad entre la frontera de Italia y Suiza, el escultor y pintor proviene de una conocida familia de artistas. En la década de los veinte el artista se traslada a París donde comenzó a estudiar escultura de la mano de Bourdelle, un artista cercano al círculo de Rodin, sin embargo Giacometti estaba más interesado en las formas surrealista y, a partir de éste momento se aferrará al movimiento vanguardista siendo uno de sus máximos exponentes.

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La obra de Giacometti ha adquirido una personalidad propia resultando evidente la concepción surrealista que el artista vuelca en cada uno de sus trabajos. Sus figuras tienden a la máxima expresión pero a la vez trasmiten fragilidad y hacen reflexionar al espectador sobre su paso fugaz por este mundo.

En el Hombre caminando o Hombre que camina el artista nos presenta una escultura realizada en bronce sin pulir cuyas medidas son más o menos de tamaño natural. Precisamente el hecho de dejar la obra sin pulir le adquiere un aspecto aún más agónico al personaje exento y esquelético que camina desgarbado.

Giacometti representó una figura masculina en sus formas más simples. Aparece con las piernas abiertas como si estuviera caminando y los brazos pegados al cuerpos, su cuerpo se inclina hacia adelante provocando una gran inestabilidad; mientras su rostro y facciones no aparecen si quiera definidos.

Sus brazos y piernas son demasiado largos, distorsionados y se han reducido a formas demasiado simples, al igual que el resto de la musculatura. Pese a todo el personaje representa como pocas esculturas lo han hecho el dinamismo y el movimiento; parece como si los talones del caminante se despegaran del suelo para avanzar en un paso casi sonámbulo hacia el espectador.

La obra de Giacometti representa mucho más que aquello que vemos a simple vista, la precariedad de su figura está relacionada con la precariedad de la raza humana expuesta a multitud de debacles y demasiado frágil. La escultura fue creada en un periodo de madurez y en ella el artista ha representado a la raza humana expuesta al devenir del destino; un devenir que -influenciado por los acontecimientos históricos que el artista hubo de vivir y que le marcaron profundamente- parecía poco halagüeño.

La pieza escultórica fue en inicio concebida para un encargo que el Banco Chase de Manhattan realizaría al artista en torno a 1960, sin embargo la pieza nunca llegó su destino aunque sí fue fundida y expuesta en la Bienal de Venecia de 1962. De hecho la escultura adquirió un gran éxito y se fundieron otras tres versiones más de El Hombre que camina. La primera de estas versiones se conserva actualmente en el Museo Carnegie de Arte en Pittsburg, Pensilvania.