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Escultura gótica española. Siglo XV (III)

Publicado por Chus

El Doncel de SigüenzaDurante este período la escultura funeraria varía y aparecen nuevas tipologías. Hemos citado al tipo orante o al yacente muerto, pero debemos hablar también de otro tipo que presenta al personaje vivo, leyendo, ligeramente incorporado, con un paje a sus pies, lo que dota a la escultura de melancolía, como si presagiase su muerte. El mejor ejemplo de este último tipo lo tenemos en una obra que se encuentra a caballo entre la Edad Media y el Renacimiento, el sepulcro del caballero Martín Vázquez de Arce, en la catedral de Sigüenza (Guadalajara), conocido como “El Doncel de Sigüenza”, representado luciendo la cruz de la Orden de Santiago, con un libro en las manos, mirando al suelo en actitud meditativa, acompañado de un paje que llora. Se piensa que puede ser obra de un maestro denominado Sebastián de Toledo conocido también como Sebastián de Almonacid, quien labró los sepulcros de Don Álvaro de Luna y su esposa en la catedral de Toledo, los cuales presentan como novedad iconográfica figuras orantes en las esquinas de los sepulcros. Los orantes son caballeros de la Orden de Santiago en el sepulcro de Don Álvaro y frailes en el de su mujer, Doña Juana Pimentel.

También en este siglo los templos se enriquecen con gigantescos retablos y sillerías de coro. En Castilla son excepcionales los retablos de alabastro policromado, como el de la Cartuja del Paular, pero abundan los retablos de madera, que gracias a la policromía y al dorado, presentan un aspecto verdaderamente lujoso. Este tipo de retablo precisa una laboriosa técnica y la intervención de un buen número de artesanos y de artistas. Normalmente un maestro arquitecto se encargaba del trazado, el ensamblador se ocupaba de unir cuerpos, repisas,…, los entalladores de los relieves, los escultores, aunque podían realizar también relieves, esculpían las piezas de bulto redondo y, finalmente el pintor se encargaba de policromarlo. Algunos retablos se importaron directamente de Flandes, caracterizados por tener pocas y grandes escenas, como por ejemplo el de madera no policromada del Museo de Valladolid, pero en España se prefirió otro tipo, con muchas y pequeñas. El retablo de la catedral de Sevilla es gigantesco, siendo el trazado del arquitecto flamenco Pedro Dancart, las esculturas de bulto de Jorge Fernández y, la pintura contó con la intervención de Alejo Fernández.

Destaca también el de la catedral de Toledo, trazado por Peti Juan, que tuvo entre sus escultores a Sebastián de Almonacid y entre los pintores a Juan de Borgoña. Este tipo de retablo continuó haciéndose todavía en el siglo XVI, como por ejemplo en la catedral de Oviedo o en Santa María de Dueñas (Palencia).

Respecto a las sillerías de coro, cabe decir que se tallaban brazos, respaldos y misericordias en nogal que no se policromaba. En el centro de esta “construcción” se situaba el sitial del obispo o del abad, y tenían lugar reservado también la pareja de reyes o de los nobles principales de la región. Dentro de las sillerías de coro podemos distinguir dos tipos, los que cuentan sólo con decoración arquitectónica y las que cuentan además con abundante decoración escultórica, ya que es característico de las españolas la densidad ornamental, esa especie de “horror vacui” que lo invade todo. El grupo más importante de sillería se extiende por Castilla, León y Extremadura. De todas ellas destacaremos la sillería de la catedral de Toledo, encargo del cardenal Mendoza, arzobispo de Toledo al maestro Rodrigo Alemán en 1489. Mendoza era uno de los principales impulsores de la guerra de Granada, que se encontraba en ese momento en marcha, conflicto considerado como una “Cruzada”. Por ello quiso como tema de la sillería el conflicto bélico, para exaltar su personalidad cristiana y combativa. Así pues esta sillería presenta un interés excepcional, el militar, ya que se muestran las fases de las batallas, el sitio, la lucha, la entrega de llaves, etc. El maestro Rodrigo debió de visitar o conocer Granada, ya que las referencias espaciales que acompañan a las representaciones son propias del paisaje granadino. El maestro Rodrigo falleció sin terminarla y la parte superior de la misma fue rematada en el siglo XVI por Berruguete y Vigarny.