Estela del Código de Hammurabi
Esta gran piedra de basalto negro que alcanza los 2,25 m. de altura se encuentra hoy en el Museo del Louvre de París. Y está en un museo semejante por su innegable valor como obra de arte, pero además se trata de un objeto histórico de incalculable valor, ya que aquí aparece escrito el primer código legislativo que se conoce. Un código que regía las leyes de la civilización babilónica en el siglo XVIII antes de Cristo, porque se estima que esta enorme estela se talló entre los años 1792 y 1750 antes de Cristo, los años en los que el rey Hammurabi gobernó en Babilonia.
Ese rey aparece representado en la parte superior de la estela. Allí se ve al monarca de pie y está en una audiencia con el dios Shamash, la divinidad que representaría la justicia. De este modo, Shamash está sentado en su trono y le entrega a Hammurabi la vara de mando y un anillo. Es decir, le entrega a Hammurabi todo el poder y los símbolos del carácter divino del mismo, algo que le permite legislar y dictar las leyes. Unas leyes que se pueden leer a continuación.
Esas leyes están en un cuerpo de texto que recorre las cuatro caras de la piedra negra. No obstante, no todo son las leyes, ya que hay tanto un prólogo como un epílogo. En ese prólogo aparece muy ensalzada la figura de Hammurabi, mientras que en el epílogo se vuelve a alabar al gobernante en un tono muy poético.
Y entre ambos textos se despliegan los casi 300 artículos de ley, una ley donde se especifican tanto los duros castigos como el concepto de la ley del talión, o sea, penas semejantes a los delitos cometidos.
Esta estela es uno de los primeros objetos con escritura que se conservan, y se trata de una escritura hecha en arcadio y con signos cuneiformes, que se leían de arriba abajo y de derecha a izquierda. No obstante, este gran objeto era más que corpus legal y alcanzaba un rango casi mágico en su época, ya que con su sola presencia convertía a esas leyes y todas las que dictara el rey en algo sagrado e indiscutible.
Sería algo tallado en Babilonia, pero no fue encontrado allí. De hecho, se sabe que fue robado por un príncipe elamita que se la llevó hasta la ciudad de Susa, en el actual territorio de Irán. Y allí es donde fue encontrada en 1902 por unos arqueólogos franceses. Por ese motivo se halla hoy en día en el Louvre.