Guerreros de Riace
Los bronces de Riace o guerreros de Riace son dos esculturas griegas exentas realizadas en bronce durante el conocido como periodo severo, una etapa de transición entre la escultura arcaica y el clasicismo.
Cada una de las dos esculturas es tan sorprendente como la historia de su descubrimiento; las obras fueron halladas el 16 de agosto de 1972 cerca de las costas de Riace, allí un joven aficionado al submarinismo descubrió fortuitamente las obras que debían proceder de algún pecio naufragado en la zona. Su datación exacta no se conoce a ciencia cierta pero parece probable que las obras pertenezcan a un periodo entre el 480 y 450 a.C., de la misma época son obras del estilo severo como el archiconocido Auriga de Delfos.
Los guerreros de Riace representan dos figuras de guerreros masculinos prácticamente desnudos, por su postura y por la declaración del submarinista que encontró las piezas, sabemos que ambos portaban lanzas y un escudo pero nunca se ha expuesto en público. Cada uno de los guerreros se conoce con el nombre de Guerrero A, el más joven de los dos, y Guerrero B, el más mayor. En realidad, son muchas las hipótesis y especulaciones levantadas sobre estas esculturas pero ninguna de ellas ha podido se validada como verdadera. Lo mismo ocurre con la datación de las piezas o incluso con el escultor –se llegó a hablar de Fidias como el autor de los bronces- los estudiosos se inclinan por una u otra postura sin poder cerciorar a ciencia cierta cuál es la verdadera.
Pese a que los dos guerreros son muy parecidos uno de ellos es más joven que el otro, su pelo aparece recogido y su mirada trasmite valentía, mientras su compañero parece más experimentado, quizás cansado de la batalla.
Realizados según la técnica de la cera perdida, el bronce es el material predominante en ambas obras, sin embargo también se utilizó el marfil en las cuencas de los ojos, la plata para las pestañas y los ojos del bronce A y el cobre para los labios y los pezones.
Las obra se alejan paulatinamente de las pautas estéticas que dominaron el arcaísmo; los brazos se separan del cuerpo e incluso se aprecia un ligero contrapposto – a una pierna en tensión le corresponde el brazo contrario en relajación mientras que a un brazo en tensión le corresponde la pierna contraria en relajación- del rostro ha desaparecido la típica sonrisa arcaica que adornaba los rostros clasicistas y la simetría de las formas ha dado paso a un mayor naturalismo y realismo en la anatomía de los personajes. La frontalidad que aparecía en los kuroi y Korai griegas ha dado paso a un ligero movimiento que invita al espectador a rodear la obra para conocer la multiplicidad de sus puntos de vista.
En la actualidad las obras se conservan en el Museo Nacional de Reggio de Calabra y hoy se han convertido en una de las esculturas clásicas más valoradas debido a su originalidad, no debemos olvidar que son muy pocas las esculturas griegas que conservamos a día de hoy, la mayoría de ellas son copias romanas realizadas en mármol.