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Inmaculada del facistol de Granada, Alonso Cano

Publicado por Laura Prieto Fernández

Pocas veces una obra de tan pequeño tamaño como esta escultura de la Virgen Inmaculada de Alonso Cano ha suscitado tanto interés y devoción. Quizás sea simplemente la sencillez con la que el artista perfiló la escultura de una Virgen que se asemeja a una mujer normal, esta vez sin ser la Madre de Dios, sin ser en realidad una Virgen sino tan sólo una mujer joven que acepta los designios divinos.

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Alonso Cano es una de las figuras más destacadas del arte barroco español, nacido en Granada a principios del siglo XVII, en 1601 el artista cultivó tanto la pintura como la escultura y la arquitectura, todos los géneros con grana cierto y precisión. De hecho la figura de Alonso Cano está considerada como la pieza clave de la escuela granadina de escultura y también de la de pintura. Nacido en una familia vinculada al arte, su padre era dorador y su madre bastante ducha en el dibujo según las fuentes documentales conservadas, el artista comenzó su formación en el taller de un artista granadino de segunda fila, Juan del Castillo. Fue su propio maestro quién aconsejó a la familia que Cano se trasladase a Sevilla donde el ambiente artístico le resultaría más acorde a su talento. Tras ser nombrado maestro en la capital hispalense el artista se traslada a Madrid donde fue nombrado pintor de cámara del monarca Felipe IV. No obstante, su vida personal y artística sufrió un grave revés al ser acusado del asesinato de su propia esposa y tras algún tiempo decidió mudarse a su Granada natal donde permaneció hasta su muerte.

Pese a todo, la influencia artística de Alonso Cano siguió siendo patente en toda España. En el año 1655 el cabildo de la Catedral de Granada le encomienda al artista la realización de una pequeña escultura de la Virgen María para decorar el facistol del templo, un gran atril donde se colocaban los libros del coro. La obra no fue entregada hasta el año siguiente pero entonces, los comitentes quedaron tan impresionados con la escultura del artista que decidieron situarla en la sacristía del templo con el fin de poder apreciarla mejor.

La inmaculada de Alonso Cano es una pequeña talla de poco más de medio metro de altura, tallada en madera de cedro y policromada. En la obra el artista sigue las indicaciones de Pacheco para la realización de una imagen de la Inmaculada pero también la combina con la dulzura que el artista pudo conocer en la pintura de Zurbarán. Situada sobre una pequeña peana que toma la forma de una nube con tres caras de angelitos o querubines incrustadas la Virgen toma una imagen de recogimiento sobre sí misma: las manos juntas, el rostro inclinado hacia abajo y el manto marcando una diagonal que otorga movimiento al conjunto. El artista no ha diseñado la imagen de una mujer madura, más bien se trata de una joven inocente muy acorde a la idea de María Inmaculada nacida sin pecado original que tanto se potenció en la Contrarreforma.