Sepulcro del Cardenal Tavera, Alonso Berruguete
El sepulcro del Cardenal Tavera es una de las obras más destacadas del artista del renacimiento español Alonso de Berruguete. Realizado en mármol de carrara, la fastuosa pieza se ha convertido en una de las obras más destacadas de la escultura funeraria en la época renacentista.
El Cardenal Juan Pardo de Tavera (1472 – 1545) era una de las figuras más destacadas del siglo XVI. Nacido en la provincia de Zamora y licenciado en teología y leyes, Tavera se convirtió en rector de la Universidad de Salamanca, obispo de Ciudad Rodrigo y más adelante ocupó importantes cargos políticos y religiosos durante el reinado del emperador Carlos V, como el de Inquisidor General. El cardenal mandó levantar en 1541 un hospital a las afueras de la ciudad de Toledo, el Hospital de San Juan Bautista –popularmente conocido como Hospital Tavera- y colocar en su capilla su sepultura.
El sepulcro fue encargado a uno de los escultores más destacados de la época Alonso Berruguete y de hecho, el famoso sepulcro que aquí nos ocupa, está considerado como la última gran obra que haría el famoso arquitecto. Alonso Berruguete (1490 – 1561) ha pasado a la historia como uno de los mayores referentes de la escultura española. Hijo del afamado escultor y pintor Pedro Berruguete, el artista debió de formarse en el taller familiar junto a su padre. El artista viajó a Italia donde estudió las obras de los grandes genios del clasicismo y participó activamente en la elaboración de una nueva estética manierista. Durante el primer cuarto del siglo XVI, el artista estableció su taller en la ciudad de Valladolid donde cosechó una gran fama.
En 1551 el artista recibe el encargo de realizar un fastuoso sepulcro para el Cardenal Tavera; inspirado en las formas italianas y en el sepulcro del Cardenal Cisneros realizado por Bartolomé Ordoñez, Berruguete plantea un sepulcro exento que alejándose de las tradicionales tipologías de sepulcros adosados a la pared coloca en el centro del crucero de la iglesia del Hospital Tavera, bajo una gran cúpula.
Sobre un lecho mortuorio de forma rectangular descansa la figura del cardenal durmiente vestido con los ropajes pontificios, mitra y capa dalmática. El rostro es completamente realista realizado a partir de una máscara mortuoria en la que se ha destacado el detallismo del rostro del cardenal. Junto con el cardenal encontramos la presencia de puttis o pequeños amorcillos que agachan la cabeza ante las siniestras calaveras que representan la muerte. En las esquinas del lecho encontramos la representación de las virtudes cardinales y de nuevo la presencia de unos amorcillos, en los extremos cortos, que portan el escudo del cardenal. Los lados lagos del lecho han sido ocupados por tondos que representan escenas de la vida de Jesucristo y de su primo San Juan Bautista, a quien fue consagrado el Hospital.
El Cardenal Tavera falleció antes de que el Hospital y el sepulcro estuviese completamente terminado por lo que sus restos descansaron durante algún tiempo en la Catedral de Valladolid. De la misma manera, Alonso Berruguete falleció en el mismo Hospital de Tavera antes de poder acabar completamente el sepulcro del cardenal.