La Guerra de los Consorcios de Robert Longo
El artista neoyorquino Robert Longo (1953 – ) es uno de los más prestigiosos creadores de los últimos tiempos con obras tan admiradas como este mural escultórico titulado La Guerra de los Consorcios, una obra que creó en 1982.
Longo se define a sí mismo como un pintor, dibujante y escultor, pero también como músico, productor de películas, autor de perfomances e incluso inversor en artes plásticas, ya que nunca olvida la importante cuestión monetaria que rodea al arte contemporáneo. Y en cualquiera de esas facetas se le ve como un hombre de su tiempo, y como todos nosotros está tremendamente influido por la televisión y el cine, un influjo que se manifiesta de forma indudable en su arte.
A Longo lo podemos calificar como un artista comprometido. Así, en obras como esta vemos que sus temáticas favoritas son el poder y la violencia. Dándole vueltas a estas cuestiones y dejando en el aire si la violencia y las guerras son por el poder, o es el poder quién provoca las guerras. Y si no se resuelve qué es causa y qué consecuencia, lo que si plasma en sus creaciones es que al hombre le fascinaban ambas cosas, el poder y la violencia, y por ello nos lo presenta en poses de éxtasis, con posturas distorsionadas plenas de efusión, que pueden parecer bailes o exclamaciones de placer.
Un magnífico ejemplo de todo ello es esta obra labrada en bronce. Un altorrelieve con diversas figuras, masculinas y femeninas que están luchando entre sí. En unos combates cargados de gestualidad, tanto en sus posturas como en sus manos y en sus bocas.
Muestra todo el abanico de actitudes que se pueden tener durante un enfrentamiento. En unos casos se ve rabia e ira, pero también se ve miedo, pudor o rendición. Y volvemos a la gestualidad, ya que esas actitudes se manifiestan sobre todo con las manos y la boca.
Muchos críticos de arte contemporáneo han relacionado las obras de Robert Longo con el arte barroco. En ese sentido se puede entender la vibrante composición de este mural, pleno de movimiento en cada personaje, todos ellos expresivos y con un dinamismo indudable debido a las posturas y los gestos, pero también gracias a los intensos juegos de luces y sombras que genera el acusado moldeado.
Y si ciertamente hay puntos en común con el arte del Barroco, si bien están revisados bajo el prisma de varios siglos de evolución artística, y sobre todo tras pasar un convulso siglo XX repleto de movimientos de vanguardia, a cada cual más abstracta y conceptual. Y sin embargo, tras todas esas corrientes aparecen artistas de la llamada Transvanguardia, como Robert Longo, que retorna a una arte totalmente figurativo.