Monumento a Ramón y Cajal de Mariano Benlliure
El médico y científico español Santiago Ramón y Cajal recibió el Premio Nobel de Medicina en 1906 y su prestigio en toda España, y más allá de las fronteras era enorme. De manera que cuando se jubiló tras una vida dedicada a la ciencia y a la medicina comenzó a recibir todo tipo de homenajes, pese a que no era un personaje que buscara ese tipo de reconocimientos.
No obstante, dados sus logros, parecía inevitable. Y sobre todo en ciertos lugares estrechamente vinculados con su biografía. Y uno de eso sitios sin duda era la Universidad de Zaragoza, institución donde había estudiado siendo un joven, y a donde volvió años más tarde para ejercer como profesor. Precisamente en ese mismo lugar, en la Antigua Facultad de Medicina y Ciencias, el actual Paraninfo, quiso levantar un monumento en su honor. Y se hizo en un lugar privilegiado dentro del edificio, en el primer tramo de la gran escalinata central, de manera que la figura del eminente científico, tallada en un gran bloque de mármol blanco, es visible desde que se entra al edificio y también cuando se está en su planta noble.
La obra la encargó el rector de la Universidad de Zaragoza al considerado como mejor escultor retratista del momento, el artista valenciano Mariano Benlliure (1862 – 1947). Y es que se trataba de un artista tremendamente valorado por el carácter y estilo realista de sus creaciones, algo especialmente apreciable en sus retratos. Eso fue determinante para que el encargo cayera en sus manos, pero además se daba la circunstancia de que Cajal hacia el año 1922, ya jubilado se trasladó a vivir a la sierra de las afueras de Madrid. Un lugar que le fascinaba por su naturaleza. Y precisamente en un pueblo vecino al suyo, tenía su taller de trabajo Benlliure.
Así que también era más fácil que el científico acudiera a las necesarias sesiones de posado. Algo que hacía con cierto gusto, ya que tejieron una buena amistad entre el retratista y el retratado. Entre otras cosas porque pasaban más tiempo juntos del estrictamente necesario para el posado. El tema es que Ramón y Cajal no conducía, y por ello el propio Benlliure se ofreció a irlos a buscar en coche hasta su casa para llevarlo al estudio y después devolverlo a su hogar. Sin duda charlaron mucho durante esos trayectos, e incluso para refrendar su amistad, hasta tuvieron un accidente de tráfico, que se salvo sin graves daños pero con un reforzamiento de la relación.
E incluso el escultor de alguna forma se convirtió en su retratista oficial, y cinceló o modeló sus rasgos para muchas otras obras y formatos, desde monedas y medallones, hasta otras esculturas en forma de busto.
El caso es que Benlliure ya tenía la gran obra concluida en 1923, tal y como aparece firmada. Y una vez que se trasladó hasta Zaragoza, se programó varias veces su inauguración. Pero a ninguna acudió Cajal. Primero por sus achaques de salud, debido a su avanzada edad. Y segundo porque tampoco era muy amigo de este tipo de eventos. Y menos aún en 1925, cuando se inauguró de forma oficial, e incluso acudió el rey Alfonso XIII al acontecimiento.