Relieve de San Leon expulsando a Atila, Algardi
Sucede a menudo en el mundo del arte, que la presencia de un gran genio artístico en una determinada época eclipsa al resto de sus contemporáneos de modo que todas las miradas se centran en él, para el resto de los artistas que convivieron con él no siempre resultaba fácil escapar de su alargada sombra y en muchas ocasiones contemplaban impasibles como ese denominado genio, se llevaba los mejores encargos y como no, los mejores clientes. No obstante, el mundo del arte es en cierta medida capricho y en ocasiones las tornas cambian dejando a ese pintor que había permanecido en segunda fila en la cresta de la ola, esto fue precisamente lo que le ocurrió a Alessandro Algardi y Bernini en la etapa barroca.
Gian Lorenzo Bernini había sido el artista predilecto del pontífice Urbano VIII y tanto que así que el genio barroco trabajó en algunos de los proyectos más importantes como los desarrollados en la Iglesia de San Pedro del Vaticano. Sin embargo en el verano de 1644 Inocencio X se hizo con la cátedra de San Pedro y optó por renovar las filas de sus artistas eligiendo esta vez a Alessandro Algardi como su artista de cabecera.
Algardi (1595 – 1654) fue uno de los artistas más reconocidos de su tiempo. Natural de Bolonia el escultor comenzó a formarse junto a Agostino Carracci lo que explica la línea clasicista con la que contarán algunas de sus producciones. A principios de siglo trabajó para el Duque de Matua y posteriormente se trasladaría a Roma para ponerse al servicio del papado.
En el año 1646 Inocencio X encarga a Algardi un gran panel realizado en mármol que debía hacer las veces de altar mayor para la iglesia de San Pedro del Vaticano. En realidad, la idea de utilizar el relieve en lugar de la pintura no era nueva ya que había sido utilizado en otras ocasiones, pero lo cierto es que el material marmóreo resultaba demasiado caro para ejecutar este tipo de obras por lo que pocas veces fue utilizado.
Algardi consiguió recrear una composición en la que los personajes tenían tanto volumen que más bien parecían esculturas exentas como si se saliesen del relieve que las albergaba, véase como el Papa San Leon aparece en primer plano con un gesto severo mientras que a su lado Atila parece temeroso. El resto de la composición son relieves en distintos planos con los que el artista ha jugado hasta llegar scchiacciato para diseñar de manera intuitiva el fondo de la composición.
Existe una copia de la obra de Algardi realizada para el monarca español Felipe IV que se encuentra en el Palacio Real de Madrid y en la que el mármol aparece combinado con bronce y plata.