Encuentro de Leon Magno con Atila de Rafael
Estamos ante uno de los frescos más imponentes de Rafael, una obra que se encuentra en el interior de los Museos Vaticanos, en lo que se llaman las Estancias de Rafael, donde se encuentran otros frescos tan célebres como La Escuela de Atenas o el Incendio del Borgo.
Todo este conjunto pictórico lo realizó Rafael entre los años 1508 y 1524, para lo cual contó con la ayuda y colaboración de todos los integrantes de su taller y discípulos, ya que se trata de un programa iconográfico de una enorme envergadura, repartido en cuatro estancias distintas y que incluso fue acabado por sus ayudantes una vez muerto Rafael en 1520. De este modo, las Estancias de Rafael es junto a la Capilla Sixtina de Miguel Ángel uno de los grandísimos tesoros de los Museos Vaticanos.
El conjunto se realizó bajo los pontificados de Julio II y de Leon X, y todo él está dedicado a plasmar distintos episodios históricos con los que hacer una gran alabanza a la historia de los Papas de Roma.
En este caso estamos ante una escena en la que se representa al Papa Leon Magno que acude para intentar convencer a Atila, rey de los hunos, para que no saquee Roma en el siglo V. Es decir, se trataba de una escena en la que los papas del siglo XVI se adjudicaban el poder de protectores de Roma y de la Cristiandad, en cuyo beneficio incluso acudían milagrosamente los santos Pedro y Pablo tal y como se ve en el fresco.
La verdad es Atila existió en la realidad y que intentó conquistar Italia, y también es cierto que se reunió con el Papa Leon Magno, pero eso no aconteció ante las puertas de Roma, como se ve en la pintura mural, ya que podemos intuir la presencia del Coliseo al fondo y un antiguo acueducto que por aquel entonces abastecía a la ciudad. Y aunque se desconoce el punto exacto donde tuvo lugar la reunión, se estima que sería otro más septentrional, ya que Atila tan apenas ocupó ciertas zonas del norte de la península italiana.
Sin embargo, Atila y su ejército de hunos fueron durante siglos el mayor símbolo de los pueblos bárbaros que contribuyeron a la caída definitiva del Imperio Romano. Y los hunos concretamente eran temidos porque se les consideraba luchadores feroces, sobre todo a caballo, ya que era mítica su destreza como jinetes, tanto que caballero y caballo se convertían casi en un único ser. Y así nos los refleja Rafael en las dos figuras a caballo que vemos en la parte derecha del mural. Dos caballos que tan solo pierden su vigor al asustarse por la presencia de los dos santos que sobrevuelan el cielo de la escena. Algo que también contemplan el resto de soldados, incluido el propio Atila, situado en una posición mucho más centrada que la figura del Papa que entra a caballo desde la izquierda.