Sarcófago del Dogma
Este sarcófago romano del siglo IV se conserva en los Museos Vaticanos, y no se tuvo constancia de él hasta el siglo XIX, cuando apareció en el curso de unos trabajos de recuperación de la iglesia de San Pablo de Extramuros en Roma.
Cuando se define como dogmático, es que esta es una de las primeras representaciones del dogma de la Trinidad. En el Concilio de Nicea del 325 se defendió ese concepto y quedó establecido hasta hoy en día. Pues bien, una de las primeras imágenes en las que vemos a Padre e Hijo al mismo tiempo y como una divinidad es este sarcófago realizado casi en los años posteriores, ya que está datado entre el año 330 y 340, especialmente por el detalle de los vestidos que nos muestran los personajes.
El sarcófago presenta las figuras en altorrelieve y en dos registros diferentes, mezclando episodios del Antiguo Testamento y del Nuevo. Y en el centro una especie de medallón circular con la efigie del matrimonio difunto que iba a ser enterrado con él. Si bien, debieron morir antes de culminar la obra, ya que los retratos no están terminados.
Pero lo más interesante son las escenas religiosas.
Arriba está representado Dios Padre en su cátedra, y luego aparece Jesús entre Adán y Eva. Mientras que el resto de escenas son Las Bodas de Caná, el milagro de los panes, y la resurrección de Lázaro.
Y en cambio en la parte inferior se ve una Adoración de los Reyes Magos, la curación del ciego, Daniel y los leones, el profeta Habacuc y el ángel, Pedro negando a Cristo y otras dos escenas protagonizadas por San Pedro.
El caso es que esta obra junto al sarcófago de Junio Basso los podemos considerar dos de las grandes joyas de la escultura funeraria del arte paleocristiano. De hecho, en el caso de este sarcófago ciertamente estamos ante una obra de un taller escultórico muy importante en la Roma del Emperador Constantino, e incluso hay historiadores que hasta ven similitudes estilísticas entre estas figuras y las que aparecen a un tamaño mayor en el Arco de Constantino.
Por cierto, aunque el emperador Constantino adoptó el Cristianismo, lo que supuso el impulso definitivo para esta religión en el imperio, la verdad es que él era contrario al dogma, y era más partidario de la teoría de los arrianos, que consideraban que el Hijo no alcanzaba el nivel de divinidad de Dios Padre.