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Sarcofagos Karajía

Publicado por Laura Prieto Fernández

Los conocidos como Sarcófagos de karajía o Carajía son un conjunto funerario situado en un escarpado acantilado de Karajía, de donde recibieron su nombre, en el Departamento del Amazonas en Perú. Precisamente ha sido esta recóndita ubicación lo que ha salvado a este magnífico conjunto de las inclemencias meteorológicas puesto que el propio barranco presentaba una especie de cubierta natural para las piezas, y de las manos de los saqueadores llegando prácticamente intactos a principios del siglo XX. Si bien es cierto que las noticias acerca de estos sarcófagos ya se conocían durante el siglo XVIII, no fue hasta 1985 cuando el arqueólogo Federico Kauffmann Doig logró encontrar la ubicación exacta de estos sarcófagos y llegar hasta ellos.

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Estas artes obras de arte funerario han sido atribuidas a la cultura Chachapoyas, una antigua cultura pre-inca que vivió en el actual Departamento del Amazonas entre los años 900 y 1470 d.C. y que fue absorbida por la cultura inca poco antes de la llegada de los colonizadores españoles. De los Chachapoyas nos han llegado múltiples vestigios entre los que debemos destacar aquellos vinculados al arte funerario, sarcófagos individuales o mausoleos colectivos han sido hallados en toda la zona y nos hablan de la gran importancia que la vida de ultratumba representaba para esta cultura; en este sentido podemos destacar obras como Los Mausoleos de Revash o Los pinchudos.

Este tipo de sarcófagos de los Chachapoyas son grandes cápsulas mortuorias individuales en cuyo interior se han hallado restos momificados de personas cuya datación oscila en torno a mediado del siglo XV, en el año 1460. En Carajía los sarcófagos tenían forma antropomórfica – presentaba tronco, cuello y rostro- y mientras la cápsula en sí, parece estar hecha con arcilla y restos de pequeños chinarros y paja, la zona de la cabeza tan solo estaría moldeada con arcilla. En el interior del sarcófago el difunto se encontraba momificado en una marcada posición fetal, envuelto en ampulosas telas y rodeado de su ajuar funerario, que consistía en unos pocos objetos de cerámica.

De los siete sarcófagos que se han encontrado en esta necrópolis tan sólo se conservan seis, parece ser que el sarcófago desaparecido –denominado como número tres- fue destruido en un terremoto ocurrido en 1928; el seísmo hizo que el sarcófago se derruyera y acabara precipitándose por el barranco a la vez se producían grandes aberturas en los laterales de los sarcófagos dos y cuatro que han permitido a los arqueólogos examinar el interior de las tumbas.

A menudo se ha relacionado las cabezas de los sarcófagos con las máscaras de madera de los antiguos fardos funerarios Tiahuanaco-Huari; son rostros con la mandíbula prominente que destaca sobre el resto de la cara y una nariz aguileña acentuada por los ojos hundidos. En un intento de otorgar mayor realismo a las figuras se han insinuado los hombros en los sarcófagos. Parece ser que las piezas presentaban una policromía con una base blanquecina y pigmentos rojizos con formas geométricas que a menudo aluden a la masculinidad de sus difuntos.