Los Amantes de Teruel de Juan de Ávalos
En el año 1955, escultor español Juan de Ávalos realizó un doble sarcófago en alabastro para evocar a la joven pareja protagonista de Los Amantes de Teruel y albergar en su interior los cuerpos momificados de estos dos personajes a medio camino entre la leyenda y la realidad.
Esas dos momias hacía siglos que se veneraban en la ciudad turolenses de un forma algo indecorosa, así que él propuso hacer un túmulo monumental digna. Para ello creó dos sarcófagos diferentes y separados. Cada con el cuerpo respectivo de Diego de Marcilla e Isabel de Segura. Labrados en alabastro. Unos cuerpos de enorme naturalismo, además de muchos detalles que muestran a las claras la gran maestría de este artista para darle forma a la piedra.
También incluyó numerosos símbolos que aluden a la leyenda. Ella por ejemplo lleva los pies desnudos, siendo símbolo de pureza. Así como él tiene la mano en el pecho, como corresponde a un personaje valiente. Los dos parecen girarse para mirarse, pero no lo consiguen. Al igual que se tienden la mano, pero no las llegan a unir, como imagen contundente de que su amor era imposible.
Hay más símbolos como las figuras en bronce que elevan los sarcófagos: fieros leones para él y ángeles para ella como símbolo de obediencia y fidelidad. Y entre esos animales y los cuerpos está la caja mortuoria propiamente dicha, cuyas paredes son una celosía que permiten ver los restos funerarios de estos dos personajes que supuestamente vivirían en el siglo XIII y cuyos cuerpos serían enterrados en la vecina iglesia de San Pedro.
La leyenda de Los Amantes de Teruel es un capítulo de lo más representado en el arte, la literatura, el cine o la música. Hay diversos ejemplos, desde el cuadro de Muñoz Degrain hasta los relatos de Tirso de Molina o de Juan de Hartzenbusch en la época del Romanticismo.
Y es que es un relato que lo tiene todo. Se trata de un romance imposible entre dos jóvenes, cuyo amor no se puede materializar por razones económicas, ya que mientras Isabel de Segura pertenece a una familia rica, su querido Diego no tiene nada. Así que para ganarse el favor de su futuro suegro, se marcha a la guerra contra los musulmanes para amasar una fortuna. El problema es que cuando regresa, ya con dinero, su amada se ha visto obligada a casarse con otro. Él, aún así, solo le pide un beso. Cosa que ella le niega para no ser infiel a su marido. Y él por la desazón que le produce la negativa, se muere ante sus ojos. Mientras que Isabel, un día después, va a besar el cadáver de su amado, y entonces es ella la que se muere al tocarse sus labios.