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Amantes de Utamaro

Publicado por A. Cerra
Amantes de Utamaro

Amantes de Utamaro

Kitawaga Utamaro (aprox. 1753 – 1806) residió la mayor parte de su vida en Edo, el nombre que por aquel entonces recibió al capital del imperio japonés, y que se corresponde con la actual Tokio. Y lógicamente en esa ciudad desarrolló casi toda su vida artística, extraordinariamente prolífica. Si bien dentro de Edo hubo un lugar que pintó en innumerables ocasiones.

Estamos hablando del yoshiwara o barrio de los burdeles, sitio en el que pintó esta obra en 1788 y que en la actualidad es propiedad del British Museum de Londres. En definitiva, como uno se pude imaginar, en gran parte de las obras que realizó en ese ambiente, plasmó escenas de sexo, en muchas ocasiones absolutamente explícito y sin dejar nada a la imaginación.

Mientras que en otras ocasiones se centró en escenas más sensuales y eróticas donde la belleza de la mujer cobra un protagonismo especial, de hecho en ocasiones a Utamaro se le identifica como el pintor bijin-ga o de la mujer hermosa.

No obstante, como escenas bijin-ga no solo se conocen a las imágenes eróticas, en realidad Utamaro pinta a la mujer en varias actitudes y ambientes, desde paseando hasta jugando o aseándose y poniéndose bonita como en su obra Una belleza mirándose al espejo.

Sin embargo, esta otra obra titulada Amantes estaría más vinculada a un género de pinturas llamadas Shunga. Unas obras que formaban series y que venían a ser como libros ilustrados para instruir en cuestiones de sexo y erotismo a los menos iniciados en estas materias, ya que junto a la imagen aparecen alusiones textos de tono lírico con un comentario o la información pertinente.

En este caso, la imagen de Amantes se integra dentro de la serie Poemas de Almohada o Utakura. Aquí el poema se incluye en el abanico que lleva el hombre y que dice: “Preso su pico / entre las valvas de la almeja / No levanta vuelo la agachadiza / esta tarde de otoño”. Unos versos con cierto tono irónico, y que como en otras muchas obras de Utamaro son obra de su amigo Yadoya Meshimori.

En cuanto a la escena, vemos a dos amantes dándose un beso en una casa de té, lugar habitual de encuentros amorosos. Una imagen muy suave en comparación con otras de este pintor, a veces extraordinariamente provocador. Si bien, para un japonés seguramente es un cuadro mucho más erótico que para los occidentales, ya que en la cultura nipona, un cuello desnudo es de lo más sensual.

Técnicamente se aprecia el dibujo sinuoso y dulce de Utamaro, y también su capacidad para plasmar hasta el último detalle en elementos como los kimonos o el pelo de la mujer, mientras que en otras zonas de la obra son de una austeridad casi minimalista.