Utamaro, pintor de bijin-ga (mujer hermosa)
Uno de los más célebres pintores de la estampa japonesa fue Kitagawa Utamaro (1753-1806). Su nombre auténtico era Kitagawa Ichitaro, pero en su época era frecuente cambiar de nombre al hacerse mayor.
Desde que comenzó su carrera, contó con el patrocinio del muy poderoso editor Tsutaya, quien le permitió expresarse libremente. Pese a haber ilustrado algunos libros como por ejemplo “Los insectos” (de 1788) y realizar estudios de la naturaleza y de “Shunga” (escenas eróticas), se le asocia en el mundo occidental con los retratos de las hermosas mujeres del “Ukiyo-e” (“Pintura del mundo flotante”), ya se trate de cortesanas o burguesas. Asiduo visitante de las “Casas verdes” del Yoshiwara, (barrio del placer de Edo, actual Tokio) fue tanto el pintor de la cortesana en su esplendor, ideal de la belleza femenina, consciente de su ascendencia erótica sobre los hombres, como de las muchachas menos triunfantes, embriagadas de saké, con el kimono trasluciendo unos senos no tan exuberantes. Mostró además la inocencia de las jóvenes, como se emocionaban al leer una carta de amor, fue testigo del ajetreo de las burguesas y, evocó el amor maternal en la famosa serie de “Yawauba”, mujer de larga cabellera suelta, a la que vemos jugar con su niño.
Para poder pintar diversas emociones y sentimientos tan contradictorios tuvo que interesarse por el “eterno femenino”. Hay autores que dicen que su amor apasionado por lo femenino fue el motor de su obra y de su vida. Y, curiosamente, Utamaro supo expresar todo ello con pocos medios: su línea de dibujo característica es ligera y acertada, mantiene un grosor constante, los trazos de las caras son de una pureza magistral, y sólo con los ojos y las manos y algunos pliegues del traje deja traslucir la condición y el contexto psicológico del personaje. Las siluetas son finas y esbeltas, los kimonos tienen colores refinados, una sobriedad bien expresada por el dibujo que a veces deja notar la transparencia de un vestido ligero de verano. En sus dibujos la línea recorre grácilmente los contornos., reflejando de forma exquisita el movimiento. Sus bellezas femeninas, casi siempre de medio busto son, en particular, las que le han dado fama. Más que retratos realistas son representaciones idealizadas, ejecutadas con colores planos y con un dibujo muy expresivo.
Fue un artista tan popular y reconocido en su género que otros artistas contemporáneos, incluso de la talla de Hokusai evitaron tratar los temas que trabajaba Utamaro para evitar las comparaciones. Su éxito y popularidad llevaron a que sus últimos grabados de la década de 1800 fueron perdiendo calidad en aras de un aumento de la producción.
En 1804, siendo muy famoso tuvo un percance con motivo de la publicación de unos dibujos del entorno de un dictador militar (Hideyoshi), que le costó la cárcel durante casi dos meses. Este hecho le cambió totalmente la vida, y de hecho terminó con su carrera como artista.
Ejerció una gran influencia en grabadores posteriores y en los impresionistas. En estos últimos particularmente, por su uso de vistas parciales, sus encuadres característicos, cortando partes de la figura, representándolas bien de espaldas, bien desplazadas, por su énfasis en la luz y la sombra, etc.