Amante coqueta de Utamaro
El artista japonés Utamaro sin duda alguna es el máximo exponente del tipo de pintura bijin-ga, o lo que es lo mismo, el género que se dedica a pintar mujeres hermosas. Y un buen ejemplo de ello es esta obra de entre los años 1792 y 1793, que el artista realizó con un grabado de madera, y que en la actualidad se conserva en el Museo Nacional de Tokio. Una obra que formó parte de una serie titulad Diez estudios sobre fisionomía femenina.
A lo largo de su carrera, Kitagawa Utamaro retrató a mujeres de todas las edades y también de cualquier clase social. Si bien es cierto que su mejor producción se dio cuando colaboró con el editor Tsutaya Juzaburo, con quien hizo obras como la que aquí vemos. Se trata de una serie de okubi-e, o lo que es lo mismo, bustos grandes mostrando la mitad del cuerpo de la mujer, aunque eso no impedía que el protagonista de la imagen fuera el rostro de las modelos.
El gran logro de Utamaro es que no solo plasmaba a mujeres bellas, sino que era capaz de observarlas durante mucho tiempo en actitudes muy íntimas. A veces para pintarlas así, como por ejemplo en su Belleza mirándose al espejo, y otras veces para captar su personalidad y pensamientos, lo cual le servía para posteriormente retratarla física y psicológicamente.
Eso se ve en este caso, ya que la mujer que nos presenta acaba de salir del baño, y todavía no está preparada para posar al ir un tanto desaliñada, sin embargo se nos muestra coqueta y seductora desde ese primer instante.
Y el artista al igual que las mujeres a las que pinta, presta mucha atención a los vestidos o a los complementos que lucen. De ahí que aquí por ejemplo aquí se pinte con exquisito detalle su traje, con un estampado de carácter decorativo. Una prenda denominada kosode, y que es un antecedente del reconocido kimono. Con ella la viste, pero también nos sigue aportando información sobre esa coquetería, al colocarla con sensualidad dejando un hombro, y hasta un pecho, a la vista.
Algo similar se puede decir del peinado, o más bien despeinado de la muchacha, la cual no está completamente arreglada, pero aún así ha tenido tiempo de colocarse unas horquillas y peines para recogerse el cabello, y dejar libre algún mechón con la intención de provocar a los espectadores.
Este tipo de grabados eran muy queridos en la época, y su publicación estaba relativamente controlada. A eso se deben las inscripciones del lateral. Las cuales aportan información sobre el autor, el editor y también son el sello de que han recibido un aprobado oficial.