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Vasija de Portland

Publicado por A. Cerra

Vasija de Portland

Estamos ante una obra tan hermosa y singular que desde siempre le ha acompañado ciertas polémicas y controversias. Y es que se trata de una de los vidrios más singulares que han llegado hasta nuestros días de la época romana. Los estudiosos, en su mayor parte, lo datan en los primeros años del Imperio Romano. Es decir, a caballo del siglo I a. C y del I d. C.

La técnica para su realización, muy parecida a la de un camafeo, pero en vidrio, ha generado siempre muchas dudas. A lo cual tampoco ha ayudado que no se tenga claro dónde y cómo fue hallada la pieza. Se dice que formaba parte del ajuar de la tumba del emperador Alejandro Severo y que se encontró en el siglo XVI. Pero no hay constancia documental de ese hallazgo.

Lo que si queda claro es que estaba en posesión en 1601 del Cardenal Pietro del Monte. Y que más tarde pasó a manos de la familia Barberini. Ya en el siglo XVIII la compraría un embajador inglés, quién a su vez se le vendió a la condesa de Portland. Durante casi un siglo perteneció a esta familia aristocrática, hasta que finalmente fue vendida en 1810 al British Museum de Londres, donde hoy permanece expuesta.

Si bien, los avatares de la pieza no acabaron con la llegada a la célebre colección británica, ya que en el año 1845, un borracho que visitaba el museo la rompió y tuvo que ser reconstruida en su totalidad.

En esa reconstrucción cobró un papel importante la copia que había realizado en 1790 el industrial ceramista Josiah Wedgwood (1730 – 1795). Este alfarero alcanzó gran prestigio por introducir la máquina de vapor en su producción cerámica. Pero aún para esta pieza se inventó un proceso novedoso. Invirtió cuatro años de trabajo en copiar la representación romana en vidrio y trasladarla una especie porcelana de jaspe muy dura.

Wedgwood que trabajó con muchos grandes artistas como el escultor John Flaxman, autor de obras como el Sepulcro de Nelson, fue uno de los grandes responsables del asentamiento de la estética neoclásica en el arte inglés. Y lo hizo gracias a obras como su réplica de la Vasija Portland, la cual consideraba su gran obra pese a tratarse de una copia.

Y es que el original de fechas inciertas y autoría anónima es una maravilla por su calidad técnica y las dos escenas que vienen representadas. Seguramente vinculadas con el emperador Augusto, su nacimiento y sus victorias militares. De ahí la datación que aportan los estudiosos.