Breve visión del Neoclasicismo (I)
Se trata de un estilo artístico cuyos límites cronológicos son imprecisos, ya que convive tanto con el barroco desde la segunda mitad del siglo XVIII, como con el Romanticismo en la primera mitad del siglo XIX. Representó un enorme y deliberado cambio respecto al barroco, tanto desde el punto de vista estético, como formal y conceptual. Su origen se vincula, en gran parte, al cansancio y agotamiento de las formas decorativas del Rococó y a la publicación de numerosas obras relacionadas con edificaciones tanto griegas como romanas, desde la segunda mitad del siglo XVIII, como por ejemplo, “Las ruinas de Palmira”, las “Ruinas de Baalbeck”, etc. Además de la publicación de la obra “Historia del arte de la Antigüedad” de Wickelmann, arqueólogo e historiador del arte, principal teórico del retorno a los ideales clásicos. Por supuesto no hay que olvidar dentro de este espíritu de valoración de lo clásico la importancia que tuvieron las excavaciones de Pompeya y Herculano (que habían sido arrasadas por una erupción del Vesubio en el año 79 a.C.).
Tampoco es de desdeñar el papel que jugaron en la conjugación del estilo, las iniciativas del reformismo borbónico. La monarquía ilustrada de los Borbones (en el trono de Francia y España en el siglo XVIII) es la responsable de la fundación de las Academias de Bellas Artes, instituciones que “velan” por la pureza del estilo artístico, es decir, aprueban los proyectos artísticos convirtiéndose en censoras de los “excesos del barroco”. Así, por ejemplo, los arquitectos vinculados a ellas reaccionan contra lo que consideraban “una manera de construir muy preocupada por lo decorativo y poco por los aspectos técnicos”. Además cabe mencionar el auge que tuvo en Francia el neoclasicismo con Napoleón (se le conoce como “estilo Imperio”), defensor a ultranza del estilo, empeñado en hacer de París, la ciudad más importante de Europa. Así ordenó un programa de edificaciones como las iglesias de la Madeleine o el Panteón. Recuperó el carácter áulico del arte romano, el arte al servicio del poder, como elemento propagandístico de sus gestas militares, para lo que se erigieron en París hasta cinco arcos de Triunfo, siendo el más conocido el de la Plaza de L`Etoile. Además, a medida que iba conquistando Europa extendía en ella el estilo con edificios gubernamentales y administrativos. Para la escultura, contó con Canova para la realización de los retratos de toda la familia imperial, a la manera de los emperadores romanos, y en su afán imperial se hizo pintar por David a la manera antigua, en un retrato ecuestre, “Napoleón cruzando los Alpes”.
Respecto a las características generales del estilo cabe destacar en primer lugar que se rescata como clásico el orden, el equilibrio, la claridad compositiva, la fría apariencia, la contención en las actitudes, etc. En la arquitectura se vuelve a las formas clásicas, abandonando el movimiento y la sorpresa que definen al Barroco. Las fachadas de los edificios se conciben como las clásicas de los templos griegos y romanos, se utilizan los órdenes clásicos (incluyendo los romanos, el toscazo y el compuesto), gustan las grandes cúpulas semejantes al Panteón de Roma, destaca la ausencia de elementos decorativos, que destaca la pureza de las formas constructivas. Por último cabe hablar de la uniformidad del estilo, ya que no hay escuelas nacionales, gracias a la labor de las Academias.