«Comentario del Apocalipsis» de Beato de Liébana
Hacia el año 776 un monje del entonces reino de Asturias, Beato de Liébana compuso un libro llamado “Comentario del Apocalipsis”. Último libro de la Biblia, el Apocalipsis nos presenta a través de una sucesión de visiones fantásticas concedidas por Dios a San Juan, el más joven de los apóstoles, un cuadro viviente del triunfo del pueblo de Dios sobre los hombres que difundían falsas profecías y pretensiones engañosas a la autoridad. Aunque la aceptación del Apocalipsis como obra canónica suscitó resistencias en algunas partes de la Cristiandad, fue adoptada con fervor religioso por la iglesia de España. Su autoridad y su papel litúrgico fueron confirmadas en el año 632 en el 4º Concilio de Toledo en presencia de Isidoro de Sevilla: “El Apocalipsis es una obra canónica y debe ser leída en las iglesias desde Pascua hasta Pentecostés; que sea excomulgado cualquiera que se oponga”.
Para un país trastornado por querellas doctrinales, un libro con comentarios sobre el Apocalipsis sirvió a un designio determinado y útil, ya que aparte de por este libro, Beato es conocido por su oposición a Elipandus, arzobispo de Toledo, cuyo punto de vista sobre la naturaleza de Cristo iba a ser estigmatizada (gracias en parte a Beato), como adopcionismo y el arzobispo declarado herético por los concilios carolingios.
La estima que la Iglesia española profesó tradicionalmente hacia el Apocalipsis no explicaría suficientemente el esplendor de las ilustraciones que nos encontramos para el texto del s. VIII. Recordemos que, con su advertencia del Segundo Advenimiento de Cristo el día del Juicio Final, el Apocalipsis se ocupa principalmente de la lucha que precederá a ese día y, en un país asolado por querellas doctrinales, el Comentario proponía a la vez una puesta en guardia contra las amenazas respecto a la ortodoxia que emanaban del seno de la Cristiandad, una garantía de victoria sobre esas mismas amenazas y también podía tomarse como una batalla contra los enemigos exteriores de la Iglesia, que en ese momento estaban personificados por los fieles a Mahoma, ocupantes de una gran parte de la península. Los musulmanes eran considerados como discípulos de una religión incongruente, idólatra y singularmente indulgente con los apetitos de la carne, asociados además a las fuerzas anticristianas del Apocalipsis y del Libro de Daniel. Una biografía de Mahoma del s. IX llegó a identificarlo con la Bestia del Apocalipsis “cuya cifra es 666”, puesto que pensaban que había muerto en ese año. Este tipo de asociación confirió al Comentario de Beato una pertinencia nueva a los ojos de los cristianos españoles. Se convertiría en el libro de la Reconquista, es decir un combate de los españoles cristianos para extirpar de la península el poder musulmán.
Beato dispuso su Comentario en doce volúmenes en los que breves pasajes del Apocalipsis iban seguidos de interpretaciones de los mismos en alegorías cristianas. El no fue el inventor de estas interpretaciones, su papel se limitó a compilar diversos tratados exegéticos escritos por autores anteriores. Resulta un hecho singular que las bibliotecas españolas no tengan evangeliarios y si Comentarios del Apocalipsis, texto que atrajo para si mismo las imágenes que en otras partes fueron destinados a ilustrar los Evangelios.
El Comentario de Beato ha sobrevivido en más de veinte manuscritos iluminados que han sido compuestos entre los s. X y XIII. Muchas miniaturas que ilustran los textos han sido tan bien tratadas como el texto mismo. Ocupan frecuentemente una página, e incluso en ocasiones (no es muy frecuente en España) una sola imagen ocupa dos páginas, dejando claro que las ilustraciones formaban parte fundamental del libro.
El ciclo de escenas apocalípticas se adjuntaron aparentemente al texto de Beato en vida de éste, en el último cuarto del s. VIII, inspiradas sin duda en ilustraciones de otro manuscrito del Apocalipsis más antiguo. En cuanto al modelo que estaba detrás del ciclo español, su origen y su carácter son controvertidos, ya que para la selección y composición de algunos temas en la serie española, se encuentran paralelismos extrapeninsulares en antiguas copias ilustradas del Apocalipsis, pero a estos paralelismos se oponen a numerosos ejemplos donde las imágenes de Beato parecen pertenecer a una tradición independiente. El debate al respecto sigue abierto.
Los códices que han sobrevivido del Comentario de Beato, parecen demostrar que su carácter pictórico final fue una creación del s. X. El Beato ilustrado se convirtió finalmente en una tradición con espléndidas copias iluminadas que fueron compuestas mucho tiempo después de que el fervor inicial de la Reconquista se hubiera calmado, en estilos que no deben nada a los soberbios códices leoneses iniciales. El Beato de Silos fue el canto del cisne del mismo. Con su interés casi excesivo por el motivo y el color, le rinde homenaje al pasado en un momento en que España participa en la elaboración de un nuevo arte, el Románico.