Apocalipsis de San Juan de Durero

Apocalipsis de San Juan de Durero
Este grabado en madera es un excelente ejemplo del trabajo como grabador que realizó Alberto Durero a lo largo de toda su vida. Durero era hijo de un importante orfebre de la ciudad de Nuremberg (Alemania). Muy pronto el joven demostró sus grandes cualidades para el dibujo y por ello entró como aprendiz en el taller de M. Wolgemut, el más importante autor de retablos y grabados de la ciudad.
No obstante, una vez que creyó que allí había aprendido todo lo que se le podía ofrecer, decidió marcharse y se dirigió a distintos lugares. Entre ellos el taller del grabador alemán más importante de la época, Martin Schongauer, autor de obras tan valoradas como La Natividad. Aunque no lo llegó a conocer en vida.
Aunque Durero y Schongauer nunca se conocieron personalmente, la influencia del maestro alemán fue notable en la obra de Durero. Schongauer era reconocido por sus técnicas magistrales en el grabado, especialmente en la representación de detalles minuciosos y la expresión del movimiento. Este enfoque dejó una profunda huella en Durero, quien incorporó similares niveles de detalle y fue un innovador en su propia técnica. En la serie del «Apocalipsis de San Juan,» se pueden observar elementos que reflejan el estilo detallado y expresivo que Schongauer perfeccionó.
Tras eso se desplazó a Suiza, a Basilea, uno de los epicentros del saber y del libro en aquellos tiempos. En esa ciudad se dedicó a realizar numerosas ilustraciones y grabados para diversas publicaciones. Y posteriormente prosiguió formándose con un viaje al norte de Italia, lugar en el que estudió sobre todo el arte de Andrea Mantegna.
Durante su estancia en Basilea, Durero contribuyó con ilustraciones y grabados para importantes publicaciones de la época. Entre sus destacados trabajos se encuentran grabados creativos que ayudaron a fortalecer su reputación en el ámbito editorial. Esta experiencia no solo le proporcionó una red de conexiones profesionales, sino también acceso a un ambiente intelectual vibrante que influyó en su desarrollo artístico.
Todo ese periplo de viajes y estudios concluyó con el regreso definitivo a Nuremberg donde abrió su propio taller. Y uno de sus primeros trabajos allí fue esta serie del Apocalipsis de San Juan, que le proporcionó un éxito muy destacado.
Las imágenes de este tema son muy del gusto medieval, ya que aparecen plasmados de forma muy intensa los horrores del Juicio Final. Y es que son escenas y composiciones muy imaginativas, visiones sobrenaturales del apocalipsis que en aquellos años tan convulsos, religiosamente hablando, se creía que no estaba muy lejos.
Vemos un Durero, que como en otros grabados suyos, se nos muestra como un maestro de lo fantástico, capaz de unir la tradición medieval con un gran acercamiento a las formas de la realidad.
Y en cuanto al tema tratado, lo cierto es que a este pintor le obsesionó durante toda su vida lo inevitable de la muerte, cada vez más cercana. Y el mejor modo de tratarla era con la aparición de muchos símbolos y figuras de tradición medieval, comprensibles por la gran mayoría del público, de ahí su enorme éxito. Sin embargo, su estilo artístico no es medieval. O al menos no es solo de raíces góticas, se pueden ver elementos más propios de su tiempo, o sea, el incipiente Renacimiento que había conocido en su viaje por tierras italianas. E incluso, el talento para el grabado de Durero fue tal, que se pueden observar otros motivos y formas que de alguna forma se están anticipando a un todavía muy lejano arte barroco.
El «Apocalipsis de San Juan» es una muestra del dominio técnico de Durero en el grabado en madera. Su uso innovador de la perspectiva y su atención al detalle se hacen evidentes en estas obras, que destacan por su dinámica composición y escenas cargadas de dramatismo. Durero logró captar la intensidad de las visiones apocalípticas, estableciendo un estándar elevado en el arte del grabado que fue admirado por sus contemporáneos y continúa siendo estudiado en la actualidad.
En definitiva, Alberto Durero (1471 – 1528) es uno de los más grandes grabadores de toda la Historia del Arte.