Virgen con el Niño de Durero
Este pequeño cuadro (40 x 50 cm) lo realizó el pintor alemán Durero hacia el año 1505 y su aspecto es tan italiano, que incluso por un tiempo llegó a adjudicarse la autoría a Giovanni Bellini, el gran referente del arte veneciano a quien Durero llegó a conocer durante un viaje a la ciudad de los canales.
Para Durero, Bellini era un auténtico genio, capaz de pintar lo ideal y hacerlo real. Sin duda un modelo renacentista que sirvió mucho al pintor germano, quien en su momento fue un avanzado, ya que los artistas de su país todavía estaban sumidos en las formas del arte gótico.
Este cuadro de Virgen con el Niño hoy en día se muestra en la National Gallery de Washington y en él vemos como se han seguido muchas normas que guían los retratos venecianos de la época. Se trata de un primer plano, de media figura. Un tipo de efigie que Durero empleará en otras ocasiones, incluido en algunos de sus autorretratos.
Nos presenta una Virgen María con una pose monumental, y con un tipo de belleza evidentemente nórdica, o sea, con una pequeña nariz y rostro rechoncho. No hay que olvidar que pese a que tuviera influencias italianas, Durero no dejaba de pintar para aristócratas y burgueses del norte de Europa. Por ejemplo, en este caso realizó la obra para un tal Heller, de hecho el cuadro también se conoce como Madonna Heller.
La escena va más allá del tono maternal. A ella se le ve completamente vestida, incluso con el cabello cubierto. Mientras que Jesús está desnudo mirando a su madre como suspirando. Y en su mano izquierda lleva una manzana, y la esconde, como si tratara de decirnos que el hombre cometió sus pecados y él ha venido para redimirlo.
El colorido vibrante es deudor de lo que ha aprendido de Bellini, en cambio cierta frialdad en las actitudes de los personajes son muy germánicas. En realidad, el arte de Durero nunca es de grandes gestos y de expresividades exageradas. Fue un pintor que siempre pintó a personajes comedidos, para él era más importante captar la esencia interior de sus retratados y de las figuras que representaba. Aunque recurriera a formas más del sur y más renacentistas.
Esa dualidad se ve en infinidad de detalles. Por ejemplo, aquí no es casual que a un lado vemos una ventana abierta al exterior, una ventana con un paisaje que es más fácil identificar con las tierras del norte de Italia que con su Nuremberg de nacimiento. Mientras que al otro lado la ventana está cerrada, y gracias a eso se distingue una vidriera igual a la que había en tantas y tantas viviendas alemanas de comienzos del siglo XVI.