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Adoración de los Magos, Durero

Publicado por Laura Prieto Fernández

La Adoración de los Magos es una de las obras realizadas en óleo sobre tabla por el artista renacentista Alberto Durero en los primeros años del siglo XVI.

Durero (1471 – 1528) está considerado como uno de los autores más destacados en el campo del grabado y la figura más relevante del renacimiento alemán. Su formación comenzó con su propio padre, un conocido orfebre alemán, de él aprendió los recursos estilísticos del arte germano y la tradición tardogótica; tras pasar por diferentes talleres y realizar sus primeros trabajos el artista viajó a Italia en la década de los noventa, a la vuelta a su Núremberg natal Durero ya cosechaba importantes éxitos sobre todo gracias a la realización de importantes grabados y xilografías. Tras un nuevo viaje a Italia se puede apreciar la influencia del colorido veneciano en algunas obras de gran formato que tuvieron bastante éxito. El artista había conjugado a la perfección los principios clasicistas del Renacimiento italiano con la tradición más goticista del norte, convirtiéndose así en el máximo exponente de la pintura alemana de la época.

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La obra que aquí nos ocupa, La Adoración de los Magos, está realizada en esa época comprendida entre sus dos viajes a Italia, por ello aún no se hace patente la influencia de la escuela veneciana y se mantiene presente una fuerte influencia de las obras de Leonardo da Vinci.

La obra fue encargada por Federico III el Prudente, uno de los mecenas más importantes para los que el artista trabajó a lo largo de su vida. La obra era la tabla central de un retablo encargado para el altar de la capilla palatina de Wittenberg, desafortunadamente el tríptico fue desmontado y mientras que esta tabla central hoy se encuentra en la Galería de los Uffizi de Florencia, las tablas laterales permanecen en los museos de Frankfurt y Múnich.

La escena se desarrolla en un paisaje con múltiples ruinas que hacen referencia a la arquitectura renacentista; en el centro de la composición aparece la Virgen María sosteniendo al Niño quien se aferra a la ofrenda proporcionada por Melchor. Completando la escena central aparecen Gaspar –representado con la figura del propio Durero- y Baltasar – de raza negra simbolizando como todas las razas del mundo rendía homenaje a Jesucristo -esperando para entregar sus ofrendas al Niño. Con las figuras de los tres Magos el artista ha pretendido un sutil guiño a la representación de las tres edades de la vida.

El esquema diagonal formado por las figuras centrales presenta una clara influencia de la obras de Leonardo da Vinci, así como la ambientación ruinosa o elementos anecdóticos como el caballo encabritado que aparece al fondo. Sin embargo parece que Durero nunca pudo conocer en persona la obra de Leonardo por lo que su influencia se basaría en copias o descripciones de la obra.

Durero situó un potente punto de fuga en la zona izquierda de la tabla, delante de un gran arco de medio punto se puede observar a las figuras que formarían el séquito de los Magos y tras el arco se aprecia el inicio de un serpenteante camino que desemboca en una ciudad de carácter medieval.