Arquitectura museística (II): el s.XIX
El Museo del Louvre dio el pistoletazo de salida al empleo de edificios históricos públicos con fines museísticos. A partir de la creación de este primer museo abierto a los visitantes en general, la adquisición de grandes edificios con este fin se convertirá en algo común.
La consecuencia de esta conducta no podía ser otra que la realización de los primeros proyectos de museos y, así, ya a comienzos de siglo se constata la aparición de una serie de modelos que tendrán una influencia en posteriores proyectos (como el publicado por Durand, 1802-1805).
Los museos de este s.XIX se van a caracterizar por una vuelta la mirada a modelos clásicos y por el mantenimiento de un carácter monumental en función de ese gusto neoclásico de la época, inspirado en dichos referentes anteriores. Lo habitual, en lo que se refiere a su estructuración espacial, es la sucesión de estancias (con independencia de la forma que éstas adquieran).
Asimismo, se mantiene una tendencia a la ordenación de las colecciones, a un establecimiento coherente del recorrido ofrecido al visitante y a la utilización de una iluminación adecuada según la naturaleza de las distintas colecciones expuestas.
Merece la pena destacar, de entre las primeras construcciones museísticas de estos años, la Galería de Pintura del Dulwich College (1811-1814), junto con la Gliptoteca de Múnich (debida a Leo von Klenze, entre 1816-1830).