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Caballero de la mano en el pecho, El Greco

Publicado por Laura Prieto Fernández

Esta obra fue realizada por Domenikos Theotokopulos (1541-1614) más conocido como El Greco, uno de los artistas más importantes de estilo manierista. El Greco vivió en Creta hasta los 26 años y después se trasladó a Italia donde se formó como pintor renacentista, allí conoció la obra de Miguel Ángel y el tratamiento colorista de la escuela veneciana, en especial el de Tiziano. En 1577 viajó a Toledo, ciudad que le fascinó y donde ya permaneció hasta su muerte.

En El caballero de la mano en el pecho, vemos el estilo completamente personal del pintor manierista que se funde con los elementos típicos del retrato español de esta época: retratado representado de busto, ropaje típico de la época…

El Caballero de la mano en el pecho

Su estilo fue completamente innovador y en esta obra apreciamos algunas de las características más típicas de su pintura: formas alargadas, delgadez de los personajes, expresividad….

No sabemos con seguridad quien es el retratado algunos historiadores han querido ver en esta representación al mismísimo Cervantes, mientras que otros hablan de un personaje anónimo o incluso de un prototipo de caballero típico de la época. Lo que sí podemos saber con seguridad es que el representado era un hombre de la alta sociedad, sus manos delgadas y delicadas no remiten al trabajo manual de un campesino o artesano.

La figura aparece representada de busto, en primer plano destaca la empuñadura de su espada que contrasta con el negro de sus ropajes. Aparece ataviado con una túnica de terciopelo negro, el típico cuello de golilla y las puñetas (los puños) en encaje blanco. La maestría con la que el pintor trata las calidades táctiles se pone de manifiesto en el encaje blanco que contrata además, con el fondo de la túnica.

El hombre de rostro alargado, pálido y mejillas ligeramente rosadas, mira fijamente al espectador. Es una mirada grave, melancólica, que nos trasmite profundidad y establece un silencioso diálogo con el observador. La solemnidad que nos trasmite su mirada nos hace darnos cuenta de que el espectador es testigo de un momento transcendental.

En la disposición hay gran simetría, el eje central de la composición se establece a través del pelo del caballero, su nariz y su barba. Los hombros, ligeramente caídos, forman un perfecto triángulo con su cabeza.

La luz es estática iluminando únicamente al caballero desde un foco exterior que el espectador no puede apreciar e incide especialmente en la cabeza, espada y mano del personaje.

La disposición de la mano sobre el pecho del caballero ha tenido diferentes interpretaciones, por un lado se cree que este gesto puede representar arrepentimiento o bien, un solemne juramento.

El fondo es completamente neutro, sin ningún tipo de referencias espaciales o arquitectónicas, lo que hace que la mirada del espectador se centre únicamente en el personaje retratado, sin ningún tipo de distracciones. En un principio se pensaba que el fondo era completamente negro pero tras varias restauraciones se ha podido comprobar que su tonalidad original era gris.

El siglo XVI encuentra en las figuras de El Greco los prototipos Contrarreformistas de piedad, arrepentimiento y devoción cristiana. El hidalgo representa al caballero cristiano en todo su ser, la espada desvainada hace referencia al juramento ante Dios.