El caballero, la muerte y el diablo, Durero
El caballero, la muerte y el diablo es uno de los grabados más complejos del artista renacentista Alberto Durero. Durero (1471 – 1528) se ha perfilado como una de las figuras artísticas más destacadas del Renacimiento en el Norte de Europa y uno de los mejores grabadores de todos los tiempos.
Hijo de un orfebre parece ser que en sus primeros años de formación el artista estaría fuertemente influido por su progenitor y por el artista Wolgemut, una de las figuras más destacadas de su Nuremberg natal. Sin embargo, el punto de inflexión en su carrera artística fueron los viajes a Italia donde el artista pudo conocer algunas de las obras más destacadas del Renacimiento Italiano. De vuelta a Alemania el artista supo conjugar la tradición nórdica basada en el estilo gótico internacional con la nueva estética renacentista.
Parece ser que entre 1513 y 1514 el artista dejó de lado su producción artística ocupándose en la teoría del arte; de estas fechan tan solo se han encontrado seis grabados realizados por el artista: tres de ellos con el tema de la Virgen María y otros tres con una iconografía más compleja, una de ellos sería La Melancolía I, el otro una representación de San Jerónimo y el último de ellos este grabado representando al Caballero, la muerte y el diablo.
La obra –igual que las otras dos- está realizada en una placa de cobre trabajada a buril y con unas medidas sorprendentes, unos 25 x 20 cm. Parece ser que los tres grabados no formarían parte de un ciclo pero en ellos sí se observa una temática común, cada uno de ellos es la representación de una forma de vida según la escolástica tradicional; así el caballero representaría la vida moral.
En la representación vemos un extremado horror vacui que abigarra toda la composición. En el centro de la escena aparece un caballero montado a caballo, su porte es elegante y permanece impasible a los elementos que le rodean. El artista ha puesto un especial énfasis en la anatomía del equino cuyo estudio merece una singular atención. Tras el caballero vemos la figura de la muerte, un anciano barbudo que mira al caballero con gesto insolente y va a lomos de un desgarbado corcel. Por su parte el diablo es un personaje imaginaria que el artista ha compuesto a partir de la reinterpretación de diversos animales. Completando la escena aparece un perro que representa la fidelidad y un lagarto que huye despavorido. En el lienzo encontramos diversas alusiones a la muerte de manera que no sabemos si ésta es lo que queda tras el paso del caballero o por el contrario es el caballero quien se dirige hacia su fatídico destino.
El grabado de Durero se ha puesto en relación con la inestable situación política que se vivía en Alemania; parece ser que el grabado haría alusión a la obra de Erasmo de Rotterdam, Manual de un Caballero Cristiano. Durero ejemplificaría como el perfecto caballero cristiano debe seguir su camino de rectitud impasible ante las distracciones mundanas que le rodeen.