Códice Aureus de Lorsch
Como casi todas las grandes obras culturales del periodo de Carlomagno, también este Códice Aureus o Evangelios de Lorsch se generó en Aquisgrán, donde se construyó a emblemática Capilla Palatina de su imperio carolingio.
En este caso estamos ante un magnífico manuscrito con miniaturas realizado entre los años 778 y 820. Una obra que en total consta de más de 230 páginas, a lo largo de las cuales se relatan los Cuatro Evangelios más dos cartas de San Jerónimo.
El nombre de Lorsch se debe a que estuvo en la abadía alemana de Lorsch hasta el siglo XV, y fue allí donde recibió la categoría de “aureus” ya que algunas de sus letras son doradas. Y no es de extrañar que permaneciera en esa abadía durante siglos, ya que durante la Baja Edad Media, la biblioteca de Lorsch estaba considerada como una de las mejores de toda la Cristiandad.
Pero luego, la obra fue traslada a la Biblioteca Palatina del monasterio de Heidelberg, de donde fue robada en el siglo XVII. Eso supuso que fuera partida en dos, para venderla más fácilmente. De este modo quedó la parte más ilustrada por un lado, que actualmente está en la Biblioteca Batthhyaneum de Alba Iulia en Rumania. Mientras que la otra parte está en el Vaticano. Y además las cubiertas también se separaron, están hoy una en el British Museum de Londres y otra en el Museo Sacro de Roma.
Estilísticamente hay que decir que fue realizado por el llamado Grupo de Ada o Escuela Palatina de Carlomagno, un grupo de copistas y miniaturistas con un estilo muy claro. Siempre se inspiran en modelos de la Antigüedad y también en el arte bizantino. Algo que se manifiesta sobre todo en las seis imágenes a doble página del códice.
En estas seis páginas están representados los Cuatro Evangelistas (Marcos, Lucas, Mateo y Juan), y además está los antepasados de Jesús y una representación del Señor en Majestad (Maiestas Dominis). Esta última es una de las grandes joyas del conjunto, y no solo por su calidad artística, sino porque incluso se engarzaron perlas, piedras preciosas y oro en el marco de la imagen pintada. Además en esta imagen es donde más claramente se ve la influencia bizantina, ya que se asemeja a una imagen de Cristo pintada en la basílica de Santa Sofía de Constantinopla, actual Estambul.
Mientras que las figuras de los Cuatro Evangelistas son mucho más clásicas, tanto en sus túnicas como en sus posturas. Si bien es un clasicismo muy medieval, de ahí esos grandes ojos, los rostros ovalados y las posiciones tan estereotipadas.