Desnudo de mujer de Aurelia Navarro
Este cuadro de la pintora española Aurelia Navarro (1882 – 1968) es una fabulosa excusa para descubrir que consideraciones negativas y frustrantes han tenido que sufrir y vivir muchas mujeres artistas.
Aurelia Navarro nació en Granada, muy cerca de un lugar tan inspirador como el Palacio de la Alhambra y los Jardines del Generalife. Nació en el seno de una familia burguesa y de cierto renombre en la ciudad andaluza. La cual pronto descubrió que su niña tenía mucha habilidad con los pinceles, por lo cual le facilitaron las clases de los mejores maestros de pintura posible.
Fueron estos maestros locales los que la animaron a seguir evolucionando y para ello tenía que irse a Madrid. En la capital de España participó en varios concursos y hasta ganó algún premio y menciones de importancia. No obstante la cota más alta de su fama la alcanzó en 1908 cuando presentó esta obra de Desnudo de mujer a la Exposición Nacional de Bellas Artes. En ese concurso, en cuyo jurado había personajes tan destacados como el propio pintor Joaquín Sorolla, ganó el tercer premio. Pero en la práctica fue la gran vencedora.
Pese a lo que se pudiera prever, un desnudo femenino pintado por una mujer fue muy valorado. Por su personal interpretación de la Venus del espejo de Velázquez, e indudable por la calidad de la pintura, con una pincelada muy suelta y un colorido brillante. Y por otro lado nunca quedó claro quien había posado como modelo, y hay quién piensa que en realidad fue un autorretrato, que ella se preocupó de desdibujar.
De alguna forma Aurelia Navarro alcanzó renombre gracias a su arte y a un desnudo, y cada vez era más reconocida en los círculos culturales madrileños. Algo que no terminó de gustar demasiado a su conservadora familia, la cual tenazmente consiguió que regresara a Granada en 1916. Y no solo eso, más tarde la presión familiar y social le llevó a ingresar en un convento de monjas.
Ya no abandonaría la orden de las Adoratrices, y aunque pintó algo e incluso viajó a Roma para retratar a la madre superiora de la orden monjil, lo cierto es que jamás volvió a realizar cuadros a la altura de enorme capacidad artística. Se fue apagando su inspiración, y su creatividad, hasta que finalmente ella misma se apagó por completo y murió en el convento. Sin duda alguna, una biografía que nos muestra la discriminación que la mujer, y más aún si es artista, ha sufrido hasta hace no mucho tiempo.