Desnudos femeninos en la obra de Degás
A lo largo de la historia del arte muchos pintores se han definido por tener un estilo único y singular que los diferencia de los demás pero en ocasiones también una temática propia que los distingue de los demás así por ejemplo si pensamos en Toulouse Lautrec inevitablemente vienen a nuestra mente imágenes de los cabarets parisinos, las sagradas familias de Rafael o las Vírgenes de Murillo. De esta manera si pensamos en la obra del pintor impresionista Edgar Degas podríamos pensar que su temática más representativa son las bailarinas y si bien es cierto que éstas representan una gran parte de su obra –a diferencia del resto de pintores impresionistas Degas siempre optó por el mundo urbanita de la capital parisina en lugar de los espacios campestres- hay una temática en su producción aún más numerosa que las bailarinas, los desnudos.
Hilaire-Germain-Edgar de Gas, más conocido con el sobrenombre de Degas, nació en 1834 en el seno de una familia acomodada; el artista perdió a su padre pasando a la tutela de su abuelo. Pese a que en un primer momento el artista se matriculó en Derecho por expreso deseo de su padre pronto comprendió que aquel no era su destino y se trasladó a la Facultad de Bella Artes. En aquel momento la pintura realista inspirada en genios como Ingres o David continuaba en boga de modo que los primeros estudios de desnudos tienen un afán instructivo, no debemos olvidar que el desnudo era una de las asignaturas más difíciles en la Facultad de Bellas Artes.
Su viaje por Italia también influirá en su concepción del desnudo como podemos apreciar en su obra Jóvenes Espartanas en la que el artista evoca el pasado histórico conjugándolo con figuras desnudas de diversas posturas, un hecho que sirvió para catapultar su carrera como artista.
Sin embargo no será hasta la década de los setenta cuando el artista se muestre liberado de las ataduras academicistas. En esta época el pintor centra su atención en los prostíbulos, las figuras rompen con los dictámenes academicistas y adquieren una dimensión casi pornográfica con escenas explícitas de mujeres cuyo cuerpo no es más que una herramienta de trabajo. En su fisonomía se aprecian los rastros de una vida ociosa en la nocturnidad parisina; son precisamente las obras de esta etapa las que entroncan la pintura de Degas con las colecciones de Lautrec.
Es en la década siguiente cuando el artista abandona paulatinamente el ambiente nocturno de los prostíbulos para centrarse en un desnudo más íntimo, tranquilo y minucioso, el baño. El artista realizó múltiples lienzos, dibujos e incluso grabados bajo esta temática de la toilet. Las mujeres de esta época aparecen dedicando un especial cuidado a su cuerpo ya sea secándose, enjabonándose o peinándose… las posturas más inverosímiles son reflejadas en los cuerpos desnudos de estas féminas con una gracia y elegancia que nos remite a las propias bailarinas.
En la última etapa de su producción Degas se interesó por la escultura y al igual que hizo con las bailarinas, su otra gran temática –el desnudo- también tuvo su reflejo con obras como La mujer peinándose.