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La bañera, Degás

Publicado por Laura Prieto Fernández

Cada cierto número de años la pintura se vuelve rompedora y transgresora con las formas que le precedieron y toma nuevos derroteros que los artistas exploran para el deleite del gran público. Sin embargo, la crítica y los espectadores no siempre aceptan de buen grado las transformaciones llevadas a cabo. Si a lo largo de la historia de la pintura hubo un grupo de pintores que supiera romper con la tradición, esos fueron sin lugar a dudas, los pintores impresiones.

Los artistas que llevaban a Manet por bandera impusieron una nueva forma de ver el arte, olvidándose de mezclar colores en su paleta, desechando el negro en las sombras o simplemente pintando fuera de su estudio, lo que ellos se empeñaban en llamar plain air. Algo parecido acabó pasando con la temática que trataban en sus pinturas los impresionistas: las escenas nocturnas en bares y cabarets acabaron siendo las protagonistas de sus lienzos y sin embargo, el desnudo femenino fue de los pocos temas clásicos que los impresionistas acabaron manteniendo dentro de su repertorio.

La obra que hoy analizamos lleva por título, La bañera o la tina y fue pintada por el artista impresionista Eduard Degas. Se trata de una obra realizada en pastel y con formato casi cuadrangular que data de finales de la década de los ochenta, concretamente está fechada en 1886.

La obra nos presenta a una mujer en la bañera que, ajena al espectador se agacha para mojar su esponja y seguir con su labor. Especial atención merece el encuadre que el artista ha escogido; el punto de vista se sitúa desde una posición elevada por lo que la obra se ha plasmado en contrapicado, además la muchacha esconde su rostro al espectador como en toda la serie de pinturas que el artista realizó sobre el desnudo femenino. Para Degás lo importante no era el rostro de la mujer sino centrarse en la representación de su cuerpo desnudo.

El colorido es brillante y en él se aprecia el dominio que el artista tenía de la técnica del pastel ya que con una factura abocetada consigue plasmar una escena muy realista que más parece una fotografía que un cuadro.