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Dos sillas pintadas por Van Gogh

Publicado por Laura Prieto Fernández

Desde las antiquísimas pinturas prehistóricas muchos artistas han utilizado unos u otros objetos de manera metafórica con el fin de mostrar una realidad distinta, en este sentido es la iconografía la que nos explica el significado oculto que hay detrás de estos objetos; pese a ello, en alguna ocasión la genialidad de los pintores va mucho más allá y con un simple objetos son capaces de representar a una persona o incluso un estilo artístico, éste es el caso de las obras que analizamos a continuación realizadas por Vicent Van Gogh.

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En realidad y como ocurre en más de una ocasión, para poder comprender los lienzos que aquí analizamos debemos conocer un poco el contexto en el que las piezas fueron pintadas. En febrero de 1888 Theo logró que Van Gogh se retirase a Arlés, su hermano estaba convencido que un tiempo de retiro era lo que Van Gogh necesitaba sin embargo el artista demasiado solo en el pequeño pueblo y con el fin de crear una comuna de artistas convenció a Gauguin para que se trasladase con él.

Gauguin llegó a Arlés en octubre de ese mismo año y junto con Vicent se dedicaban a pintar los idílicos paisajes de la campiña francés y a priori la idea parecía cosechar sus frutos pero pronto aparecieron las primeras disputas, en parte por la delicada situación mental de Van Gogh, por la poca paciencia de Gauguin que era un urbanita y pronto se cansó de la vida rural y en parte también porque la concepción artística de ambos pintores parecía estar en continuo conflicto. La noche del 23 de diciembre una de las famosas discusiones entre los artista sobrepasó los límites y Vicent amenazó con un cuchillo a Gauguin de modo que éste decidió regresar a París. Van Gogh arrepentido por su comportamiento se rebanó el lóbulo de la oreja derecha y se lo hizo enviar a su amigo.

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Gauguin decidió entonces e irrevocablemente volver a la capital y el artista postimpresionista regresó a su temida soledad, quizás con motivo de la ausencia Van Gogh pintó estas dos sillas, cada una de ellas fiel reflejo de la personalidad –también de la pictórica- de cada uno de ellos.

La silla de Van Gogh es una de las que había en su pequeña habitación de Arlés, es sencilla de paja y madera, amarilla en consonancia con su casa. Sobre la silla hay una pipa y un pañuelo que contiene tabaco, al fondo una caja de madera con su firma. Por el contrario la silla de Gauguin es mucho más complicada y elegante, la madera está tratada y sus formas se curvan elegantes. Sobre el asiento de Gauguin encontramos esta vez, un conjunto de libros así como una vela encendida, quizás como un ruego a Dios para que regrese su amigo, para acabar con su soledad.