El Astrónomo y el Geógrafo, Vermeer
Pese a los innumerables estudios y documentos que conocemos acerca de la historia del arte, pocos autores resultan en la actualidad tan misteriosos para nosotros como lo continúa siendo Johannes Vermeer. Sin embargo, las obras del artista barroco nos cautivan y nos adentran en un espacio único y personal que solo los pinceles de este artista eran capaces de recrear; su pintura tiene un toque amable y misterioso a la vez, recreando la luz con una singularidad única y fascinante.
La vida e incluso el rostro del artista siguen siendo para nosotros todo un misterio, los datos que tenemos acerca de su biografía apenas son coherentes y en muchas ocasiones resultan inconexos entre sí. En este sentido debemos destacar como su producción artística está igualmente rodeada de un gran misterio, la mayoría de las obras que aseguramos son del pintor, son simples atribuciones y tan sólo se conservan tres lienzos que están firmados y fechados por él. En esta ocasión analizamos dos de esos lienzos, El Geógrafo y El Astrónomo.
Frente al grueso de los lienzos atribuidos al pintor que versan sobre la figura femenina en actividades más cotidianas, las obras del Geógrafo y el Astrónomo tienen a un hombre por protagonista, un hombre además consagrado a la ciencia, representando de esta manera la importancia de la corriente intelectual en la época.
Ambos lienzos se sitúan en sintonía y entre ellos se observan multitud de similitudes, quizás la más llamativa de todas ellas sea que el protagonista del lienzo parecer ser el mismo personaje en ambos cuadros. De esta manera, algunos estudiosos parecen señalar que el protagonista de los lienzos podría ser el destacado científico Antonie Van Leeuwenhoek, si bien físicamente no parece guardar demasiados parecidos con el mencionado científico. Ambas escenas se desarrollan es un espacio interior, un pequeña habitación con ventana de madera que ya hemos visto en otras composiciones del pintor barroco y que permite que la estancia se ilumine y se creen juegos de claroscuros.
En la obra del Geógrafo el científico permanece de pie, inclinado sobre libros y mapas y sujetando un compás en la mano, aparece vestido con una especie de túnica oriental muy del gusto de la época y se encuentra completamente absorto en sus pensamientos; quizás incluso nervioso o excitado por algún nuevo descubrimiento. Por su parte la obra de El Astrónomo representa a un hombre más tranquilo, el científico se encuentra sentado en la mesa de estudio delante de la ventana; el científico consulta de manera simultánea un globo terráqueo y un manual que descansa sobre la mesa. Al fondo, colgando de la pared, encontramos un cuadro religioso, una escena de la vida de Moisés que nos habla de la relación entre ciencia y religión.
Ambas obras poseen un formato casi cuadrangular y son lienzos pequeños de apenas medio metro de lado. La datación para ambas es la misma, en el año 1669 y mientras en la actualidad el Astrónomo se exhiben en el Louvre, París, la obra del Geógrafo lo hace en el Instituto Städel en Fráncfurt.