El Bosco
Tras un floreciente siglo XV, Holanda lo largo del siglo XVI no parece jugar un papel decisivo en el desarrollo del arte. Los pintores continúan inmersos en la tradición de Van Eyck anterior, perfeccionando su técnica, pero sin aportar ninguna novedad. En esta línea, aunque con una personalidad muy especial surgió Jersen Anthoniszoon van Aken, más conocido por su seudónimo, Hieronymus Bosch, en castellano, El Bosco.
Había nacido en una familia de pintores hacia el 1450, en Hertogenbosch, ciudad próxima a Amberes, de la que fue un ciudadano notable, y supo traslucir en su obra un espíritu inquieto e incierto. Sus obras se sitúan entre 1475 y 1516, y en ellas aparecen una serie d temas constantes y casi obsesivos, como los pecados, las tentaciones, los juegos eróticos, ya sea representados específica y claramente o a través de símbolos complejos, siempre en un mundo onírico y caótico, lleno de figuras monstruosas, en el que incluso los objetos inertes adquieren vida propia. Además esta presente en todas partes la presencia del mal, porque tal vez pretendía reprochar al ser humano su corrupción y su violencia.
En el tríptico del “Jardín de las Delicias” (actualmente en el Museo del Prado, Madrid), cuando está cerrado se representa la Creación del mundo como una esfera cristalina, donde aparecen formas monstruosas mezcladas con el paisaje. Cuando se abre, en la tabla de la izquierda se ve la creación de Eva bajo la Fuente de la Vida, colocada en el centro. El árbol del Bien y del Mal es extraño, tal vez maléfico, pues un sentido de irrealidad y ambigüedad maléfica cubre todo el paraíso como si fuese a corromperse. La tabla central está prácticamente cubierta de animales reales o fabulosos, de hombres y mujeres desnudos, dispuestos en franjas horizontales, en la que la imaginación del artista se dispara. Búho, lechuza, pájaro carpintero, ánade real, martín pescador, pavo real, toda esta serie de animales reales se llenan de significados mágicos, esotéricos, relacionados con diversas leyendas populares y especulaciones de alquimistas. A su vez los frutos simbolizan los placeres de la carne y, en particular la lujuria. En el centro de la composición, de nuevo aparece La Fuente de la Vida, lugar del que salen los cuatro ríos del Paraíso. Debajo, el estanque circular, lleno de bañistas que tienen a su alrededor una extraña cabalgata de animales fantásticos, tales como grifos o unicornios, y reales como camellos y jabalíes. Casi en el centro, el huevo alquimístico (aparece en las tres) sobre la cabeza de un caballero, resulta ser un símbolo herético contra el cristianismo. En primer término se representan diversas escenas de contenido erótico. En la tabla de la derecha en el centro, como motivo central aparece un extraño ser cuyo cuerpo está formado por un huevo perforado, coronado por una zampoña (símbolo fálico por excelencia).
Encontrar el significado exacto de esta obra es prácticamente imposible. Se ha querido ver en ella la representación de los tres momentos principales del proceso alquimístico de la combinación de los metales, sugeridos por las tres tablas, combinación, neutralización e incineración. Se ha considerado también como una condena a la lujuria. Debemos pensar que el Bosco, tanto por su factura, como por su sentido, no deja de ser un hombre inscrito en la tradición medieval y, puede decirse que acaso por primera vez, un artista dio forma concreta a los temores que obsesionaron a la gente medieval.