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San Juan en Patmos, El Bosco

Publicado por Laura Prieto Fernández

Son muchas las obras de arte que con el paso del tiempo se han perdido o destruido debido a las guerras, catástrofes o sencillamente a causa del devenir de la historia, en este sentido los grandes retablos formados por más de una pintura siempre tienen menos probabilidades de haber sobrevivido de manera íntegra pues es común que acaben disgregándose las tablas que lo forman o perdiéndose para siempre. La obra que hoy analizamos también formó en su día parte de un retablo mayor que hoy ha desaparecido como tal y tan sólo se conservan algunas de sus partes sueltas, se trata de una obra del conocido artista flamenco Hieronimus Bosh, El Bosco que lleva por título Las meditaciones de San Juan en Patmos.

El Bosco (1450-1516) es uno delos artistas más conocidos de la escuela flamenca del norte de Europa y sin embargo todavía hoy hay en torno a su persona grandes incógnitas que los expertos no han sabido resolver; la datación de prácticamente la totalidad de sus piezas está por determinar y muchas de ellas solamente se han atribuido al Bosco gracias a su peculiar estética.

La obra que aquí analizamos y que lleva por título Las meditaciones de San Juan en Patmos formaba parte de un retablo mayor junto con la tabla de Las meditaciones de San Juan Bautista que hoy se exhibe en el Museo Lázaro Galdiano. Supuestamente el retablo estaba dirigido a la Hermandad de Nuestra Señora de la Catedral de Bolduque. Los expertos no parecen ponerse de acuerdo en la datación de la pieza y mientras unos señalan que debía de datar entre 1490 o 1500, otros retrasaban su ejecución hasta 1504-1505.

La pieza representa a San Juan Evangelista en su retiro en la isla de Patmos donde escribió los pasajes del Apocalipsis. El santo aparece en el centro de la composición vestido con una túnica rosácea, está escribiendo en un libro que lleva en las rodillas cuando levanta la cabeza en busca de inspiración y encuentra a la Virgen y el Niño ubicados en una luna amarillenta mientras que un ángel azulado le indica hacia donde debe mirar.

Al lado del santo aparece un pequeño diablo que, sin éxito, intenta distraerle y al fondo un paisaje cristalino e idílico en el que dominan los tonos verdosos y azulados. En el pasaje se aprecia un barco en llamas, símbolo de la humanidad que se encuentra a la deriva a causa de sus pecados y más al fondo aparece una ciudad que los expertos han identificado como Nimega.