El cantante español, Manet
La capacidad artística de algunos pintores hace que en lugar de pinturas sus lienzos sean verdaderas fotografías capaces de captar la realidad hasta el último de los detalles, de esta manera la obra que aquí analizamos es más que un lienzo, una fotografía en la que nos podemos recrear con cada uno de sus maravillosos detalles. Eduard Manet (1832 – 1883) es uno de los artistas más reconocidos del siglo XIX y para muchos fue considerado como el padre el movimiento impresionista aunque, verdaderamente, el artista nunca formó parte de la tendencia impresionista.
A finales de la década de los cincuenta el artista había presentado en el Salón Oficial de Paris -la institución académica más importante de la pintura de su tiempo- el lienzo titulado como El bebedor de absenta, una obra de 1858 que no alcanzó el favor del jurado y fue rechazada. Unos años después, en 1861, el artista volvió a presentarse a Salón de París, pero en esta ocasión, el genio pictórico prefirió apostar por un tema que estaba muy de moda en la Francia de la época, el mundo español.
Manet presentó una pieza titulada El cantante español, un óleo sobre lienzo que mide unos ciento cuarenta y cinco centímetros de altura y unos ciento trece centímetros de anchura; en aquellos momentos París era la capital de mundo pictórico y, sin embargo, encontraba al país vecino sumamente interesante, con una mezcla de exotismo y completamente genuino.
Manet representó al joven cantante sentado en un banco azul de madera mientras tocaba la guitarra y cantaba. Aparece ataviado con la típica chaquetilla de majo y las zapatillas de esparto que ya están desgastadas a causa del uso. El carácter realista y casi fotográfico de la composición hacen que la obra de Manet se encuentre cerca de los lienzos de Courbet pero también es cierto que en la pieza encontramos la influencia de los autores del Siglo de Oro español como Velázquez o Zurbarán que Manet conocía gracias a las exposiciones del Museo del Louvre.